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De crimen pasional a eurodelito

Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea. / Fuente: Parlamento Europeo

Solía encontrarme con Carmela en el baño de la redacción, al terminar la tarde, cuando las mujeres de la limpieza hacían un pequeño parón para fumar un pitillo. Era tímida, de las que preguntaban si podían vaciar la papelera con un susurro. Un día intentaba disimular un moratón en el ojo con maquillaje. Le pregunté si podía ayudarla; “todo está bien”, mintió. Volvió a la semana con otro golpe, le temblaban los dedos mientras sostenía el Ducados. Tardaría tres años en contarse, en contarme, que era una mujer maltratada.

A finales de los noventa, las supervivientes de la violencia machista tardaban en denunciar porque las salidas estaban bloqueadas, particularmente para las vidas más precarias. Interrogatorios y peregrinajes judiciales, burocracias lentas, el estigma, la vida después. El periplo hasta alcanzar un reconocimiento por parte de la sociedad de la aberrante desigualdad que desemboca en crimen –por el hecho de ser mujer– ha sido largo y penoso. Hay quien todavía aduce la pasión para entender su naturaleza.

Estos días he recordado a Carmela, que, libre de su yugo, hoy trabaja de limpiadora en el aeropuerto. Algunas noticias importantes empiezan a parecerse a la alta cultura: no tienen gancho, son anticomerciales, pasan de largo. Pero ante esta hay que detenerse, porque la tipificación de la violencia contra las mujeres como eurodelito por parte del Parlamento Europeo es un hito. La mayoría de los eurodiputados han votado a favor de equipararla al terrorismo, y abogan por hacer frente común, no solo para desarmarla de cuchillos afilados, escopetas de dos cañones y ácidos sulfúricos, también asumiendo medidas punitivas conjuntas, además de trabajar para concienciar y reparar, puesto que un tercio de las mujeres de la UE han sido víctimas de violencia física o sexual y el 75% reconoce haber sufrido algún tipo de acoso en el ámbito laboral.

A pesar de los votos contrarios de la extrema derecha y la abstención torticera de algunos partidos conservadores –como el Partido Popular–, la medida impulsa el papel de Europa en el compromiso frente al terrorismo de género. Y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha prometido que antes de fin de año propondrá una ley unificada y omnicomprensiva contra él. Es alentador saber que, por fin, Europa se lo toma en serio y que, justo cuando su papel en la escena internacional parece más desplazado que nunca, tira de nobleza y recupera aquel ideal de una civilización libre, igualitaria y fraternal, humana.

Artículo publicado en La Vanguardia el 22 de septiembre de 2021.

Publicado en La Vanguardia

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