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Dr. Barcelover

TriasGoticPetita

En una ocasión entrevisté al matrimonio Trias Arraut para este diario -en la campaña del 2007-, y le pedí a él que escogiera un verso de Martí i Pol, su autor preferido, para dedicárselo a su mujer. En su casa recitó: “Dona’m la mà / per fer camí/ cap al gran llac dels somnis, / dona’m la mà / hi ha un horitzó / que ens crida de molt lluny”. A lo que Puri le replicó entre risas: “Quizá podrías buscar otro, ¿eh, tío? ¡Qué cara tiene!”. El candidato a la alcaldía que se había jurado doce años de su vida dedicados a Barcelona ganara o perdiera , reconoció que enchufaba el verso siempre que podía, y que si alguien quería que le casara tenía que tragárselo. Y, a pesar de las risas, añadió: “Es que me emociona”. Porque el actual alcalde de Barcelona es de los que lloran en el cine, un abuelo cariñoso y entregado. Pediatra de carrera, al cabo de nacer les pasa a todos visita para acabar confirmando complaciente que están como una rosa. Se ha agrandado el retrato del hombre afable, del que cuando perdía las elecciones decía: “No, si caigo bien, ahora sólo falta que me voten”. Del que no sabe decir que no y acaba envuelto en asuntos como Can Vies o Ciutat Vella. Pero Trias es tozudo e inflexible cuando algo no le convence, y un hombre con un afinado sentido de la orientación: nunca se pierde, dice su entorno. Lo demostró cuando El Mundo publicó que tenía 12,9 millones de euros en Andorra y Suiza: “Mi única fuerza es la honestidad, y pienso actuar con toda la contundencia. Estoy harto de este periodismo que quiere hacer política y lo hace explicando mentiras”.

Su estilo es propio de un señor de Barcelona, clásico aunque aspire a transmitir un toque de modernidad y soltura. En algunos hombres la afición por el diálogo se cuela por las solapas de la chaqueta; abren pecho, no se cruzan de brazos. Trajes azul marino y gris oscuro, sin variación, que flirtean con corbatas llamativas y unas gafas de pasta muy coquetas, italianas, de EPOS, su gadget de la campaña. Llega tardísimo a casa, pasada la una de la madrugada, seis días a la semana, aunque su vida no siempre fue la de un hombre hiperbólicamente ocupado que ha tenido que renunciar a tener perro. Hubo unos años, cuando su mujer estudiaba la carrera de Odontología de noche, en que cuidó de sus dos hijos pequeños. Su côté de hombre comprometido socialmente ha palidecido ante el activismo a pie de calle de las Colau y Lecha. Cuestionado por no latir más fuerte su sangre independentista, pragmático, pactista y ahora ­friendly -con el polémico modelo de smart city que ha querido potenciar-, ha abundado en su corazón socialdemócrata. El de quien ante una emergencia podría subirse con el maletín en la ambulancia, un Doctor Barcelover a quien Standard & Poors le ha dado matrícula de honor.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

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