Hoy en París se fuma mucho. Por la Rue Lafayette, todas las razas y estaturas enlazan un cigarro tras otro en las bocas de metro. En el Flore, los camareros que leyeron a Sartre sirven el pollo asado y frío y el huevo duro, que siguen nutriendo la identidad nacional. En el Grand Palais, la exposición de la formidable -y aún desconocida- Niki de Saint Phalle transgrede los límites posibles de las figuraciones, así como todo lo anteriormente nombrado y conocido. Contemplo vídeos de la artista, que primero fue modelo para Vogue y luego un espíritu libre, hechizada en el Park Güell, autora de las Nanas, esa eclosión de feminidad fuera del canon con sus mujeres gigantes, orondas, coloreadas. Ella habla de la épica del disparo, y agarra escopetas con colores. Dispara, sí, tiros libres a sacos de óleos, celebrando la libertad, y su sinsentido: “Un arte de la desmesura en busca de la alegría”.
En Montmartre las viejas chanteuses aún salen los domingos, con bufanda, gorra garçonnière, cigarro y organillo. El barrio se ha sofisticado, pero aun y así conserva ese mohín de libertad. Unos músicos africanos tocan al pie de las escaleras de la iglesia. Y la ciudad, envuelta en neblinas, se extiende a tus pies como una ilusión óptica que sigue oliendo a queso, ahora azul.
El otro día, cuando contemplé cómo se apagaban las luces de la torre Eiffel, sentí la conmoción de un pueblo que siempre se ha rendido a las escenografías libertarias. “Sabíamos que estábamos amenazados, como otros países del mundo, porque somos un país de libertad”, dijo Hollande, con precisión. El debate hoy no puede limitarse a pragmatismo frente a moralidad, ni a los derechos doblegados por la seguridad. El salafismo yihadista aborrece un lápiz tanto como una falda. Es el estigma de los cobardes: confundir el nombre de Dios con la venganza. Pero, sobre todo, arremete contra aquellos que no quieren vivir de rodillas y prefieren morir de pie en nombre de las más rigurosas y exquisitas libertades.
(La Vanguardia)
Los gobernantes – o aspirantes a serlo – debieran ser videntes, adivinos, lectores de diversas mancias, para así predecir, preveer los tiempos futuros. Hace mas de veinte años, paseando por la Ciudad Luz , admirando a bellas africanas lucir sus regios atuendos tribales, y mirando las baratijas que ofrecían algunos en las inmediaciones del Palacio de Versailles intuimos la realidad que hoy campea en nuestra Europa. Hace mas de cinco siglos la Reina Isabel La Católica echó a los antepasados de los actuales musulmanes del suelo español. ¿Creyeron los europeos actuales que esta gente vivía en el Tercer Milenio, a juzgar por los rascacielos de los potentados de Dubai? Pues nó. Ellos continúan en la Edad Media .
El gobierno debe reforzar sus politicas antiterroristas y afrontar las amenazas que afectan al pais. Asi mismo muestra la fragilidad y necesidad de proteccion de nuestra sociedad y sus principios.
Francia, país que en el nombre lleva cambio, belleza, misterio, renacimiento. Es un país con historia verdadera. París, la ciudad más romántica, los escritores más renombrados y premiados son de ese país. Proust, Sartre mencionados en éstos artículos son los mejores ejemplos, la mejor literatura revolucionaria y poética está escrita en francés. Los mejores analistas y críticos nacieron aquí. Los cambios históricos más violentos y revolucionarios fueron originados aquí y llevados por toda Europa con los mejores resultados en la mejora de las sociedades. País de primer mundo donde su gente más civilizada otorga a la literatura pautas al cambio. Esta “ciudad herida”, sangró para derramar arte, cultura y cambio como lo menciona este artículo. Aunque siguiera en la Edad Media, lo que proporciona éste país al mundo no tiene límites. Francia es historia y nada más.
Francia, sin duda es uno de los países, con mas iconos de la literatura las obras mas grandes han salido de ese país pero le falta combatir el terrorismo los políticos deven reforzar la seguridad.