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De frente y de perfil

Alexander McQueen Boots

No tengo foto de perfil, y no porque sea más humilde que el resto. Mi creatividad no ha llegado hasta ahí, pero en caso de colgar una, no sería mía, que ya soy una vieja conocida de mí misma. Advierto dos grupos muy claros al escoger sus iconos: los clásicos y los originales. Los primeros eligen sus mejores fotos del verano o de la nieve, de cuando eran pequeños, de sus hijos, mascotas o aquello que venden. Los segundos buscan la diferencia, acaso para rubricar que son especiales, o bien se esconden ya sea por coquetería, timidez o misterio. Una señal de parking y las palabras Only Big Asses ha elegido Vanesa Lorenzo para su perfil, una broma cosmopolita. José, comisario de policía, declara su orgullo local con una foto de la catedral de Burgos: “Yo no pedí ser burgalés, simplemente tuve suerte”; en cambio mi colega en estas páginas, Clara Sanchis, ha vinculado al suyo la foto de un ojo en blanco y negro con unas telas de colores dentro de la retina. Entre surreal y pop, también algo embarazoso. Parece hacer referencia al ansia por desvelar la vida, en la línea de las telas de araña luminosas que ha colgado otra amiga, psicoanalista. Un buen reclamo para que sus contactos le pidan cita. Mi portero, en cambio, se ha decantado por el morro de un Ferrari, mientras una poderosa empresaria rinde honores a la Virgen de Lourdes. La Milá, fiel a su espíritu seductor, tiene una foto de Paul Newman leyendo tumbado. El recuento es entretenido: una pantalla de televisión con nieve, los ojos transparentes de un siamés, un diente de león en el campo o una tarjeta “gracias por tu visita”.

El resto somos un círculo gris con la silueta de un rostro en blanco -algo parecido al retrato del sospechoso aún por identificar de la policía- que uniformiza el falso anonimato, además de acusar la displicencia de despreciar las posibilidades que nos ofrece nuestra identidad digital. Leo en The Atlantic sobre un reciente estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology, que bucea en lo que las personas dicen de ellas mismas con sus posts en Facebook. Los extrovertidos utilizan a menudo palabras como fiesta, chicas, amigos o esta noche en comentarios entusiastas que, la mayoría de la veces, jalean la existencia de otros. Los textos de quienes se declaran tímidos, en cambio, contienen expresiones como en internet o recomendable. No es que en ellos se anule la presencia del yo, pero se inclinan por el plural mayestático, los saludos en lugar de los abrazos, y, con buen tino, se autolimitan en la repetición de consonantes. Perfiles arrolladores y vergonzosos conviven en las redes sin el muro que con frecuencia los separa en la vida real, los de aquellos que siempre dicen “todo fenomenal” y tienen una batalla para contar y quienes lamentan silenciosamente no ser un poco más lanzados para no tener que pedirles perdón una y otra vez.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

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