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La memoria del paladar

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Una de las principales aficiones de mi hija de cinco años guarda relación con la cocina. Con Caillou o los Cantajuegos compiten, en igualdad de condiciones, los tutoriales en los que se enseña a hacer galletas y pasteles. No le importa que las reposteras suelan ser señoras con look de jugadoras de bridge y ademanes cursis; ni que hablen en inglés o alemán y den grititos insoportables. A la niña le basta contemplar absorta la masa -con la boca hecha agua- anhelando hundir el brazo en ella hasta el codo y celebrar la sinfonía de colores que acompaña los pasteles arco iris o las magdalenas rosas en conos de barquillo para helado. A su edad, no sólo ha identificado mentalmente una tarta de golosinas con el súmmum del deseo, sino que ha conseguido retener en su memoria el sabor y sobre todo el olor a ideal.

De la misma forma en que escasamente percibimos cómo cambian nuestros gustos, sobre todo por lo mucho que nos cuesta reconocer que aquello que un día juzgamos abominable (sea un cantante o un plato de acelgas) ha acabado por convencernos, tampoco advertimos cómo varía nuestra alimentación dependiendo del tipo de trabajo, pareja, peso o país en que vivimos. Julian Baggini, uno de mis columnistas de cabecera, cuenta que pasó una jornada entera probando los platos de su infancia a fin de descubrir por qué el sabor y el olor de algunos alimentos es tan evocador del pasado, tanto que constituye una parte poderosa de la narrativa emocional, más importante que la histórica. Y nada de pequeñas magdalenas en su caso, sino latas de crema de champiñones Heinz o patatas fritas con queso y cebolla de Sainsbury’s, capaces de despertar las emociones que invoca la memoria olfativa.

Hay alimentos que parecen cosidos a nuestras vidas y que, cuando los reencontramos de forma inesperada, logran suspendernos en una plenitud redonda. Cada mañana paso cerca de un par de colegios, y el olor de sus cocinas -una mezcla de sopa de pollo, croquetas y macarrones- me procura un trago de nostalgia y me despierta un hambre más romántica que física. Según diversos estudios, la memoria olfativa y la gustativa son capaces de remontarse más lejos que la visual, de manera que los estímulos del pasado a menudo reemplazan una experiencia que no hemos podido almacenar como recuerdo. Los tomates de colgar, las almendras recién tostadas, el primer aceite del raig, la pelota en la olla, el comedor de los domingos con una sorpresa final, casi siempre caramelizada… Pero lo fundamental es que, aunque no representan ningún episodio trascendente de nuestra vida, guardan intacto, como en un cofre, el sentimiento de quienes fuimos un día.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

10 comentarios

  1. Ricardo Ricardo

    Muy pocas veces me pongo a pensar en el pasado y menos en detalles de este tipo, pero viene a mi mente el por que me gusta el mole verde y es que mi mama lo hacia tan sabroso, lo que no entiendo es que a mi casi no me gusta el pollo y a mi madre la tenia tan aburrida porque era de lo que mas le daban en su dieta, pero cuando mi esposa lo hace lo disfruto tanto por el recuerdo de mi madre y de mi infancia.

  2. Pedro Pedro

    Es increíble el poder y la capacidad que tiene el olfato para recordar cosas, no solo cuando se trata de comida si no los aromas que en muchas ocasiones percibo mmmm me traen recuerdos exquisitos, en muchas ocasiones hay un aroma que despierta ese sentimiento de melancolía en mi, ya sea la tierra mojada por la lluvia que me recuerda al lagar donde vivía, un perfume dulce como el que usaba mi novia, el olor a esa cena caliente que mama siempre tenía para sus hijos y esposo, o ese aroma a bebe que siempre me recuerda a mis hijos, es genial es, romántico, el poder oler es poder vivir.

  3. Toda mi infancia desde que recuerdo hasta la edad de 13 años vivi en diferentes estados de la Republica Mexicana, cambiandonos constantemente de ciudad, Localidad o Estado, despues en mi juventud al salirme a los 14 años de mi casa recorri varias ciudades de E.U. y una que otra de Canada hasta mis treitas años, despues regrese a Mexico y volvi a recorrer la Republica pero esta vez como aventurero visitando aquellas ciudades que aun no conocia cuando nos mudabamos en mi infancia por el trabajo de mi padre, y definitivamente lo que mas me hace recordar y añorar cada uno de esos lugares fueron los momento de gozo y sensaciones que me generaron los distintos alimentos y bebidas que probe en cada una de esos lugares que visite y ahora a mi edad adulta y viviendo en un paraiso gastronomico como es Oaxaca de Juarez recuerdo cada uno de esos lugares cuando alguien habla de algun alimento o bebida que me haga recordar y volver a vivir la maravillosa experiencia del buen comer relacionando asi en segundos un lugar con un sabor o un aroma y lo mas fantastico es que queda grabado el sabor de antaño de cada uno de aquellos platillos que pareciera que soy un degustador de alimentos o catador de bebidas comparando aquel sabor con el sabor actual que definitivamente nunca seran igual ya que antes las cosas se cocinaban con paciencia, entrega y pasion sumado a eso lo natural y fresco de sus insumos.

  4. Es delicioso recordar los olores y sabores de la infancia, aunque existen alimentos difíciles de igualar ya que creo que el sazón de cada persona es diferente e inigualable aunque se siga la receta al pie de la letra, por otro lado, en mi caso yo de niña no podía ni ver a los chicharros y mucho menos comerlos, era un sabor que no podía soportar, pero ahora es de lo que mas consumo. La vida siempre nos presenta grandes y pequeños cambios y en todos los aspectos hasta en los gustos de la comida.

  5. Esau Rivero Esau Rivero

    Uno de los grandes placeres de la vida es la comida y como bien lo dicen, depende de mucho el lugar geográfico, pues no son los mismos sabores de un mismo platillo si lo cocinan en Sonora que en Veracruz, pero es verdad que hay olores gastronómicos que nos echan a volar la memoria y en algunos casos dan un toque de nostalgia, en lo personal a mi me pasa con el olor de elotes tostándose al carbón.

  6. Raquel Antonia Raquel Antonia

    Es sorprendente la capacidad que tiene nuestra mente para traer a la memoria algun buen o mal momento de nuestras vidas, con el simple hecho de oler o saborear un platillo, no solo recordamos sino que volvemos a vivir el ayer.

  7. Made Made

    Como poder negar que me haya pasado, que los sabores se mezclen con mi memoria, que se confunden con los sonidos y los aromas; me llevan de la mano al pasado, que en ese instante es mi presente.

  8. Patricia Castañeda Patricia Castañeda

    Es una emoción fascinante el poder revivir todos esos sabores y sentimientos que siente uno cuando es niño, y es que una vez que ya estás lejos de casa y ya no tienes la comida de mamá o de tu abuelita te llega la nostalgia. Pero basta con comer un trozo del mejor pastel que hacía tu abue o comer tu platillo favorito hecho por tu mamá para que te reconforte por unos momentos y todo lo que tengas encima desaparezca.
    Vuelves a ser niño, vuelves a estar cuidado, protegido y sólo necesitas saborear ese trozo de amor al que estás tan acostumbrado para saber que todo estará bien sin importar qué.

  9. Rafael Castro Torres Rafael Castro Torres

    Es increible e interesante todo lo que los sabores, olores, nos trasportan y nos hubican en una situacion determinada de nuestras vidas, mueven incluso sentimientos.

  10. Manuel Manuel

    La nostalgia de recrear los momentos de antaño con una buena comida casera, en especial el impacto que tienen en nuestra sociedad la comida rápida, hace que se desvanezca la sensibilidad del sabor y ese sentido de pertenencia que se adquiere al degustar la comida en compañia de la familia.

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