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El clan esnob

Contaba Paco Umbral que de no ser un esnob no hubiera elegido estudiar y glosar la raza humana. «Sólo hacemos biografía de lo que en el fondo es autobiografía», aseguraba, recordando cómo se endurecía el pelo con jabón Lagarto cuando iba a la escuela. El hilo rojo que une el esnobismo con la vanidad es tan tupido como el que lo hilvana con el elogio de la diferencia. Actuar más allá de lo previsible. Ver más allá del tópico. Añadir rasgos de mito a una común y mortal existencia. También histeriquear las decepciones y las alegrías en lugar de seguir los modos habituales de transitar por la vida.

Mientras el esnobismo como sustantivo es menospreciado y a menudo ridiculizado en el discurso general, en pequeñas dosis continúa siendo muy celebrado en los cócteles. «Es un poco esnob, pero divertido», he escuchado decir tantas veces como «es un esnob inaguantable». Aunque es cierto que sólo se soporta cuando se mezcla con otras gracias, no hay que olvidar que se trata de un término dinámico, cambiante e infestado de prejuicios (quienes aplaudían el Impresionismo a finales del XIX, por ejemplo, eran considerados unos esnobs). Hoy, el esnobismo a la manera de Proust, Henry James o el grupo de Bloomsbury es pura reliquia. Pero el nuevo esnobismo, aunque se calle, resulta una forma bien persistente de estar en el mundo y hacerse notar. A pesar de que apenas perviven cuatro bellos dinosaurios que se empeñan en paladear sus criterios elitistas, al otro lado del mapa, encantada de conocerse, se exhibe la generación «yo» que con su egosurfing y sus pop-ups agita ingenio y cinismo en la misma coctelera para ser alguien en la vida. «El esnob literario no soporta que nadie sepa más que él sobre su ámbito predilecto. De modo que recurrirá a los más vergonzosos procedimientos para noquear al ingenuo que se atreva a boxear en su territorio», escribe el periodista cultural Fabrice Gaignault en su Diccionario de literatura para uso de esnobs (Impedimenta). Lo encabeza con un guiño a Thackeray y un decálogo de libros odiados por los esnobs literarios que ha levantado ampollas entre el público lector. Entre ellos figuran El extranjero, El principito, El viejo y el mar o En el camino. El trabajo de Gaignault consiste en conformar un nuevo panteón de escritores de culto en el que se mezclan desde Lovecraft, a quien considera mentor de su depresivo biógrafo Houellebecq, hasta Raymond Queneau, padrino de tantos jóvenes autores; en cambio, Marguerite Duras es tildada de pretenciosa y El amante está en la lista negra. El libro reúne curiosos aforismos (el estilo, para Schifter, es «la única obligación moral de todo pensador») y no disimula su culto a las damas inglesas como Vita Sackville-West o Leonora Carrington, ni su admiración por los cafés-society. También reivindica a «santos literarios» entre los que no se olvida del eterno fugitivo Max Aub. Ni del mallorquín José Carlos Llop: «Si ser esnob es amar la belleza, entonces es el más esnob de los escritores actuales», resuelve.

No hay duda de que lo literario, y sobre todo lo metaliterario, vive una época dorada cuando los índices de lectura crecen, en especial entre las mujeres; periodistas culturales, como Sergio Vila-Sanjuán o Fernando Rodríguez Lafuente, figuran en el prestigioso who is who de la edición; proliferan ferias y festivales inimaginables hace diez años, a los que lectores y escritores acuden en agradable peregrinaje; y el debate entre el libro electrónico y el papel, en vez de encarnizarse, descorcha las múltiples posibilidades de convivencia entre ambos formatos. Mientras tanto, un nuevo clan de esnobs anima a los editores a deleitarlos no tan sólo con un buen libro sino con un objeto bello.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

3 comentarios

  1. El snobismo en la provincia es simplemente detestable porque suele ser rancio, excluyente y carca. Símplemente es algo que me puede. Intento evitar al snob como primer mandamiento para evitar la ira :)

  2. Josep Josep

    Benvolguda Joana, he trovat aquest enllaç i ni tan sols sé si és l’adient. El cas és que a banda de seguir els teus articles a LV, tots molt interessants, ens uneix, si em permets la expressió, una certa relació de veinatge. Visc a l’Espluga i molt sovint passo per Vinaixa amb la colla de triperos del diumenge en quad.Fa molt temps que he pretès coneixe’t en persona només per parlar d’articles i diaris, és un món que m’apassiona. Ho he parlat més d’un cop amb el teu parent o amic Ruben, company “sentimental” de la Montse del Cadet. També amb la Mercè i el Joan, pares de la Montse. Per cert, Masia del cadet que ha fet fallida en tots els sentits i molt em temo que se n’anirà a fer punyetes tot plegat. Malgrat el meu interès per poder-ho solucionar.

    Res més, Joana, felicitar-te per la teva tasca a LV, dir-te que jo tinc una petita parceleta al mateix diari, als blogs, i reiterar-te el meu interès en saludar-te. Però, tranquil·la, soc molt amic dels Cadet i tinc una edat ja, que només aspira a fer el que li agrada, escriure.(jdurang@telefonica.net)

    Salutacions cordials.

  3. Hay, me temo, demasiados aspirantes a snob sin condiciones para ello que impiden brillar con luz propia a los verdaderos (y escasos) snobs de raza, y hacen ineludible la siempre tediosa e ingrata tarea de separar el grano de la paja. Triste pero cierto.

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