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La semana de la moda de Milán redefine la feminidad

La pasarela italiana contó con la presencia de estrellas como Katie Holmes y Emma Watson

Los paraguas complican el acceso a las puertas de los desfiles organizados durante la Semana de la Moda de Milán y las colas se eternizan. Acceder al directo de la nueva colección para el otoño invierno 2024-2025 de Max Mara o Prada obliga a identificarse, pues la excepcionalidad de la moda no admite intrusos: ¡qué carísimos serían los pases en reventa!

A pesar de la lluvia, el público abarrota la calle para ver en directo a Katie Holmes, Juliette Binoche y Emma Watson, en Prada, Jessica Alba y Olivia Palermo en Tod’s o Dulceida en Cavalli. Una multitud asiática da la bienvenida al actor Xiao Zhan, embajador de la marca insignia de Diego della Valle, mientras brigadas de fornidos porteros miman a famosas influencers que se mezclan entre rostros conocidos, como el de Anna Wintour y Suzy Menkes, leyenda del periodismo de moda que sigue acudiendo a las pasarelas aunque ande con bastón.

No existe un único mensaje de la moda italiana, más allá de la excelencia en la manufactura, la elección del negro como color rey y la redefinición de la cintura femenina, bien ceñida, sea en punto, como defiende Max Mara, o como cinturón-corsé en un elogio de una armonía que quiere ser compatible con el feminismo.

Tacones mucho más bajos, abrigos amplios y el cuero como símbolo de resistencia, aunque las propuestas estéticas del nuevo fichaje para Tod’s, Matteo Tamburini, ex Bottega Veneta, tratan la piel como un tejido. Fendi propuso una recital de cortes geométricos que unen el made in Italy con aires de subversión británica.

A pesar de la lluvia, el público colapsa la calle para ver entrar a Emma Watson y Katie Holmes al desfile de Prada

Las colecciones presentadas en Milán oscilan entre los ecos de un ochentero Studio 54 de Cavalli, diseñado por Fausto Puglisi, y las prendas de Sportmax, que emulan a los negativos de una “camera obscura”, título de un disco de la cantante Nico, quien también sonó en Prada con el tema My funny Valentine

La banda sonora de los desfiles es una guía del estado de ánimo que proyecta cada línea. Noches de blanco satén de los Moody Blues y la voz de Irma Thomas sonaban en la Fundación Prada. 

“Me interesa la introducción de lo bueno, lo justo y lo gentil, porque hay tanta agresividad y maldad que tenemos que destacar las otras cualidades de la humanidad, que a menudo representan las mujeres”, afirma Miuccia Prada. “¿Es más femenina la bondad?”, le preguntamos tras el desfile, y responde que no tenemos tiempo para abordar una cuestión tan compleja, pero ahí están los hábitos rediseñados de las enfermeras o las capitanas.

La silueta ceñida se suaviza con una acentuada verticalidad y los zapatos y sombreros marcan las proporciones, mientras que los abrigos abrazan el cuerpo. Un detalle importante: las modelos avanzan con las manos libres, y se llevan la izquierda al corazón, pues los bolsos se agarran con muñequera. Los tejidos masculinos se combinan con satén y terciopelo. Un traje refleja el presente por delante y el pasado, por detrás, el mismo que resucita unas enaguas bajo la falda con un golpe de ingenio que las hace contemporáneas. Se examinan clichés estereotipados como lazos y volantes: “¿Por qué siguen fascinando?”, se interrogan los creadores que los deconstruyen. Prada trae un eco militar, y Raff y Miuccia afirman que los sombreros evocan al trasfondo bélico de la actualidad.

Ian Griffiths para Max Mara firmó una magnífica colección que responde al concepto de la bella moda. Inspirado por Colette, el creador demostró que con solo beige y negro se puede crear una colección sólida, cuyas prendas dignifican la apariencia de las mujeres. Por su parte, Emporio Armani miró hacia París con una propuesta de terciopelos lavados, pantalones bombachos y boinas. Como cierre, una romántica lluvia artificial cubrió la pasarela.

“Sigue tu corazón” ha sido el lema de la segunda colección que Sabato de Sarno firma para Gucci. En su front row se sientan estrellas como Salma Hayek, con su marido François-Henri Pinault. En la pasarela, minifaldas y minishorts: piernas y más piernas afloran en una vuelta al origen de Gucci. Menos filosofía y más costura, parece decir Sarno con una defensa de la lencería delicada para vestir la noche. Además de lentejuelas, chaquetas y botas enceradas. Las notas de I’m not in love de Kelsey Lu acallan la lluvia. La tarde milanesa recupera su luz para aplaudir a las estrellas de Versace, y tratando de dar respuesta a los códigos de una nueva feminidad.

Artículo publicado en La Vanguardia el 24 de febrero de 2024

Publicado en Artículos La Vanguardia

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