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Igualdad y estrategia

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Desde hace una semana, el bombardeo acerca de la desigualdad de las mujeres nos llega por tierra, mar y aire. Desde la brecha salarial, tan difícil de equilibrar incluso en Islandia –el país más igualitario del mundo, donde las mujeres también siguen cobrando un 20% menos–, hasta la bicha inmunda que empieza atacando con sutilezas y acaba con brutalidades: la violencia machista. Las penalidades que deben tragarse por el simple hecho de ser mujer son aún innumerables e irracionales. Pero ¿es conveniente comprimir en unos pocos días tantas informaciones aprovechando la percha del día internacional de la Mujer, sobre todo cuando a los españoles, según las encuestas del CIS, el asunto de la igualdad les interesa más bien poco? ¿Cuál será la reacción de la gente ante titulares, noticias o testimonios en los que se habla de la “normalidad” del acoso, y no sólo en India sino en la misma acera de tu casa? El 43% de las jóvenes de Londres ha sufrido en sus calles algún tipo de asalto, en especial que le metan mano sin consentimiento. Recuerdo al detalle la vez en que, de adolescente, fui presa de un gracioso que me tocó el culo en una discoteca de Granada, así como mi reacción, que, muy lejos de la parálisis que puede embargarte por lo inesperado del abuso, cristalizó en una bofetada seca; puro instinto o al menos una respuesta equitativa a su molesta garra.

Últimamente pienso que el marketing sobre la igualdad debería reformatear su estrategia. Es demasiado sincero, transparente, frontal, incluso ingenuo. En una sociedad arreada por depredadores y especuladores, las reivindicaciones de las mujeres vienen a ser como la fantasía del verano azul que tarda en llegar, y cuando por fin asoma la nariz lo hace a medias, con sus días de lluvia y su apartamento incómodo. No hay mayor capacidad de convicción que la que se extrae del dato empírico. Demostrar, por ejemplo, el tiempo que las mujeres entregan gratuitamente en su vida familiar y, como se dice ahora, “monetizarlo”: es decir, calcularlo a diez euros –lo que cobra una asistenta– la hora. O explicar qué ocurriría si abandonaran una profesión que copan, como la de enfermera, ¿quién las sustituiría?

Aseguran las islandesas que la clave de su éxito ha sido una política de conciliación laboral: desde el 2003 poseen un sistema único de bajas parentales, ¡de nueve meses! Además de medidas de apoyo público a las familias. Así, es fácil alardear de ser los más fértiles de Europa, con una media de dos hijos por cabeza, pero también les ponen casitas a los huldufólk, esa especie de gnomos en los que creen ciegamente. Determinación y dulzura, estrategia y táctica, reivindicar convenciendo todos los días del año.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

2 comentarios

  1. superj a 10.710 km superj a 10.710 km

    bombardeo por tierra, mar y aire… uf, guán pelín exagerá
    los políticamente correctos te dirán que es violencia en el lenguaje
    violencia…
    ¿43% de las londinenses? me cuesta un poco encajar la cifra; no, un poco, no: bastante
    ¿la violencia machista comienza atacando con sutilezas?
    no veo nada sutil al pitecantropus erectus, al machote de la pata quebrá y en casa, al de los casposos “chistes” tabernarios; uf, casi puse cavernarios
    etc etc q. s. m. b.

  2. superj a 10.710 km superj a 10.710 km

    acabo de conocer el término “manterrupting”
    ello, no por la interrupción de sanders -q es correctísimo- a clinton, sino por el gesto con q la hizo
    hico callar a una mujer
    ¿imaginas, hillary for president, teniendo que enfrentarse a los ayatollas iraníes, cuando éstos no permiten el vino en los banquetes -¡en occidente!-, hacen cubrir las esculturas -en italia-, ni permiten a las iraníes ir al fútbol -hay demasiados hombres, y los de allí abajo, semidesnudos-?
    s.m.b.

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