Saltar al contenido →

Nosotras

Captura de pantalla 2015-06-15 a las 18.22.47

La naturalidad con la que Lucas Mondelo, entrenador de la selección nacional de baloncesto femenino, declaró ante los micrófonos tras el fragor del par­tido del Europeo que “en la segunda fuimos más nosotras”, encandiló a la plaza. Tantos cantos melifluos acerca del lenguaje sexista empujando tér­minos neutros: (“juventud” en lugar de jóvenes, “ciudadanía” en lugar de ciudadanos y ciudadanas, etcétera) y este hombre suelta un plural femenino inclusivo con la camiseta sudada. “Nosotras”, bien lejos de las carrozas del orgullo gay y de los rímels de Vaquerizo o Bosé. No es la primera vez. Lo suele hacer incluso en sus artículos: “Para nosotras, ese logro no fue más que un impulso¿” (en la revista Gigantes). Con una sobriedad ejemplar, el técnico demuestra varias cosas asumiendo el femenino: que es un gran líder, uno más del equipo, que no puede imponerse diciendo “en la segunda parte del partido hemos sido más nosotros”, ni desentenderse y declarar que “en la segunda parte del partido han sido más ellas”. Al tiempo, evidencia que la empatía es capaz de barrer la corrección lingüística, una especie de superación del sentido común sobre la ortografía a fin de rubricar su sentido de pertenencia.

Cuando un hombre adopta el gé­nero femenino, se produce una ligera algarabía. Bien lo saben los gays juguetones con sus nena o sus Mari -ahora se lleva más el Antonia como mote de comadreo-. Un travestismo que el lenguaje sellado tolera mal. En algunas empresas, donde la mayoría son mujeres, he escuchado decir al jefe: “Estamos muy satisfechas”, él era el único varón en la sala y se sentía moderno.

Pero ¿impera la corrección o la desinhibición lingüística en una sociedad que sigue siendo representada por estereotipos en el diccionario? “El uso no marcado (o uso genérico) del masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del español, como lo está en el de muchas otras lenguas románicas y no románicas, y también en que no hay razón para censurarlo”, afirmaba el catedrático Ignacio Bosque en un informe sobre el asunto para la RAE. En los últimos tiempos, muchas han sido las instituciones que han editado sus propias guías de lenguaje no sexista, y varias activistas (pocos hombres han combatido en esta trinchera verbal), entre las que destaca la filó­loga y feminista Eulàlia Lledó, han ­señalado que el inmovilismo en la tradición no es una razón de peso válida, como podría demostrar la aceptación durante siglos de la esclavitud como una condición natural. Cierto es que el lenguaje hilado se fundamenta en su economía. Duplicar plurales es can­sino y feo. Forzar el lenguaje para ­feminizarlo tan ridículo como hablar de periodistos o policíos. Hombres y mujeres somos seres humanos. Pero el “nosotras” de Mondelo es otra cosa: ¿o no hemos aprendido aún lo del sexo dominante?

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *