Saltar al contenido →

Comunismo de ‘smartphone’

Captura de pantalla 2015-06-01 a las 13.07.13

En las mesas electorales del colegio Pintor Rosales, el domingo día 24 los votantes enarbolaban las papeletas del PP igual que si fueran banderines para animar a los indecisos. “Aún estáis a tiempo -parecían decir los vecinos de Chamartín- para impedir la debacle, si no ¿quién cuidará de nuestro dinero?”.

Hace algunos años eran mayoría quienes se guardaban de admitir públicamente que votaban al PP, temiendo el efecto insecticida. Aquello acabó con la llegada de una generación de sorayos, cuya verdadera ideología no era sino la economía, y que asumió la doble P como atrezo. Aunque su actual y conflictiva resistencia no ha sido suficiente para evitar el estropicio que ha descabalgado a alcaldes varones y varonas. De los derrotados, la única que muestra un fuelle aerodinámico es ese personaje de registro interpretativo tan coloreado, Esperanza Aguirre. La que no podía hablar sin tacones, que está a punto de calzarse una alpargata Castañer para reivindicarla en los antros donde se organicen los nuevos soviets. ¡Soviets en el Madrid del Cristo de Medinaceli y de Santa Gema milagrera! El castizo y rancio, sí, pero también en el exquisitamente bien educado. La sonrisa madrileña necesita un capítulo aparte. Porque, en la capital, la gente es amable, empática y aduladora -nadie habla mejor de Barcelona que los madrileños-. También pasean por ella restos de la aristocracia surrealista: “Me divierte Carmena. Lo primero que dijo a la cámara después de los recuentos es que tenía que ir al lavabo”, me confiesa una duquesa descalza.

En el mercado de Potosí, donde las señoras van a comprar con la filipina, se ofertan picantones de las Landas y kilos de percebes gallegos: “Aprovechad antes de que llegue Manuela… nos quedan cuatro días”, vocea don Francisco. “¿Pero dónde se ha visto que los rojos cantaran a Julio iglesias?: ‘como espiga en primavera, como luna llena es mi amor, Manuela¿'”. Los tenderos aquí son como los camareros franceses, con uniforme y vehemencia. “Con Tierno Galván vivimos ‘muy agradablemente'”, dice uno.

Un sentimiento de desgobernanza se despliega en los cafés de periodistas, relamiendo el momento único: la llegada del activismo a los sillones donde antaño se sentaran el conde de Romanones o Rius i Taulet. “Madrid es comunista”, gritan unos. “No, no lo es”, replican empresarios temblorosos que temen tanto a las comunas como a las subidas de impuestos. No cesan de entrar watsaps de los artistas e intelectuales que hicieron plica votando al tándem Carmena-Gabilondo, alertando acerca de un nuevo tamayazo. “Se está comprando a algunos tránsfugas”, alertan. “No pueden permitir que salga todo lo que se esconde bajo las alfombras”, me decía Luis Eduardo Aute. La primavera petaliza en Madrid entre el deshielo pepero y un comunismo de iPhone 6.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.