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Lo que te da la vida

«No quiero que llegue el otoño», me dice mi hija pequeña, y entre la maravilla y el estupor pienso cómo con cuatro años ya se puede sentir la nostalgia del verano, cuando el día es más largo y parece que cabe más vida en él. Entre algunas mujeres abstraídas como yo no hay síntoma más infalible del cambio de estación que el frío en los pies. Empezar a cubrirse como una forma tangible de sentir cómo avanza el tiempo. Y saber qué, a estas alturas, algunos de nuestros sueños son inalcanzables, pero, aun y así, nos seguirán habitando porque negarlos sería algo parecido a quitarnos el aire. «¿Por qué las mujeres siguen sin poder tenerlo todo?», se pregunta Anne-Marie Slaughter, que dejó un alto cargo político en el Departamento de Estado norteamericano para estar cerca de sus hijos adolescentes y sentirse mucho más satisfecha adecuando su trabajo a sus responsabilidades familiares. Suena a moralina. A discurso tejido por los enemigos de la igualdad y defensores del determinismo biológico que justificaba el clásico reparto del mundo.

Pero desde hace tiempo leo estudios en los que si bien se atestigua que las mujeres como grupo han logrado grandes avances en salarios, educación, prestigio y poder, se concluye que son menos felices tanto en términos absolutos como en relación con los hombres. De 190 jefes de Estado, nueve son mujeres; y en el sector empresarial la cuota en los puestos de mayor poder alcanza el 15%. Pero ¿qué ocurre con aquellas que han llegado a lo más alto? Que esconden medias verdades y a menudo no pueden mantener el equilibrio y la cuerda cede. Cierto es que hoy está mutando el gen de la ambición: muchas mujeres renuncian a promociones y ascensos porque su horario profesional no coincide con el horario escolar. Y no hablemos de los fastidiosos viajes necesarios para mantener el éxito mediante la visibilidad. No es extraño que algunas mujeres decidan tirar la toalla, que se nieguen a imitar patrones masculinos. Incluso que algunas, como contamos en este número, vuelvan al campo intentando recuperar tiempo y equilibrio. Y los hombres, ¿qué papel ocupan en este nuevo rumbo de la mujer? El 30% de las divorciadas estadounidenses confiesan que el día de su boda sintieron que se equivocaban. La primera pregunta es: ¿por qué lo hacen, entonces? ¿Por qué no retroceden cuando aún están a tiempo? ¿Qué son doscientos invitados, un traje de novia, la ilusión de la familia y un hombre dispuesto a decir que te quiere, si las dudas te ahuecan el pecho? Hace tiempo que las mujeres no queremos ser víctimas; también sabemos que es difícil tenerlo todo. Pero urge cambiar el orden de las cosas, soltar lastres, complejos, dictados sociales, dejar de pensar en lo que la vida espera de nosotras y decir alto y claro qué esperamos nosotras de la vida.

(Marie Claire)

Publicado en Mi Smythson

Un comentario

  1. Rafi Rafi

    Me quedo mas tranquila sabiendo que las mujereque tanto admiramos por llegar a donde otras no podemos tambien son humanas. Tambien se sienten culpables por dejar a los ninos en la guarderia, por perderse obras de teatro o cumpleaños infantiles. Cuando ves una mujer en la tele arreglando el mundo y ahora por fin eres consciente que tambien se deja la cama por hacer con las prisas matutinas antes de llevarse a los niños al cole. Pues si me alegro, por que me hace sentir que no estoy sola en el mundo y que las “poderosas” tambien sienten la frustacion de haberse ido sin darle un beso a los ninos. Nos estamos dando cuentaque al fin y al cabo nos regimos por los mas basicos instintos y eso me alegra. Que ya esta bien de hacerlo TODO y que hacia tiempo que sabia que la capa de superwoman da mucho calor. Os animo a todas a quitarosla y a ponerle tacon a las botas. Ante todo solo MUJERESque ya solo con eso vamos sobradas. Un besazo para todas nosotras.

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