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La lenta respiración de la pasarela

Pocos periodistas y solo 23 desfiles físicos, pero la Europa resistente empezó a luchar en Milán para recuperar el movimiento que la pandemia borró en un año complicado.

Imagen del desfile de Prada en Milán con cámaras en lugar de público

La moda ha sacado medio pulmón en Milán; se escuchaba su respiración lenta en las calles. Hojas secas, gabardinas y paraguas, y el traqueteo de los tranvías ilustraban el estilo de la vieja Europa resistente que lucha por recuperar el movimiento. “Crónica de un fiasco”, titulaba Le Figaro a propósito de la Semana de la moda italiana, que arrancaba el pasado lunes sin tener claro el calendario de desfiles físicos –al final han sido 23– ni la asistencia de periodistas y compradores franceses o americanos, que finalmente no pudieron venir (solo se contaban tres medios españoles). Carlo Capassa, presidente de la Camera della Moda, respondía de forma ejemplar al rotativo galo: “A la semana de París –que empieza este lunes- le auguro el máximo éxito. Nuestra comunidad no tiene fronteras y todos debemos hacer lo máximo para estar en el mismo barco”.

Ni rastro de colas caóticas, empellones histéricos, multitudes deseosas de ser atravesadas por el rayo mágico de la moda, o paparazzi persiguiendo a Monica Bellucci o a Chiara Ferrgani a la salida del desfile. El riguroso control de la temperatura en todas las puertas, gel a discreción y un aforo del 35% respecto a las anteriores ediciones reforzaban la idea de excepcionalidad. Pero también de compromiso. El de una industria que representa el 1,2 del PIB nacional y desboca el orgullo del Made in Italy, no solo concentrado en la pujante Lombardía, también en las fábricas toscanas y los talleres artesanos de Peruggia o de Véneto.

Dolce&Gabbana_apostó por unir retales que simbolizaban las influencias de la cultura italiana

“Patchworks de Sicilia”, titularon los diseñadores Dolce&Gabanna su colección, una antología de sus hits –lunares, flores, limones, encaje– a través del patchwork. Tuvieron la idea durante el confinamiento: recortar y unir sedas estampadas, jeans, retales de prendas viejas para otorgarles una segunda vida: “de forma que cada artesano, cada sastre, ha juntado estas piezas de una manera completamente diferente basada en la forma, el color y la tela”, explican los diseñadores en un video realizado para la prensa.

“Queríamos contar todo lo que se puede encontrar en una isla como esta, las diferentes culturas que la dominaron, desde los españoles a los árabes, desde los normandos a los franceses. Porque hay que destacar que Italia nunca ha colonizado un país, sino que otros países han tratado de colonizarlo. Por lo tanto, hemos atesorado todo lo que nos han traído. Y lo unimos todo tratando de capturar nuestra experiencia del ‘hecho a mano’, de nuestra investigación sobre la artesanía”, añaden. El tema musical Hipnotized –de Purple Disco Machine & Sophie and the Giants– reforzaba la sensación de irrealidad: contemplábamos el espectáculo sentados a un metro y medio del otro, en lugar de hallarnos apretujados como de costumbre.

En cambio, en el desfile de Max Mara, celebrado en el claustro de la Academia de bellas artes de Brera, sonó Mina. Pero también Bowie y Lou Reed en versiones italianas, más pegadizas si cabe. El diseñador de la firma, Ian Griffiths, mientras estuvo confinado en su Inglaterra natal, encontró unos viejos libros sobre el Renacimiento y repensó el sentido de su colección. Bebió de la Comedia dell’Arte con sus temas recurrentes: ambigüedad de género, intriga, tragedia, deseo y magia. En la pasarela, tradujo esa inspiración en capas mórbidas, parkas desestructuradas que unen sus bolsillos, y mangas sin coser: relax y rigor, sporty elegante, en busca de “il bell´aspetto” , más complejo de lograr cuando la ropa estructurada desparece de la pasarela. La paleta Max Mara juega con los tonos tierra, siena, humo, blanco y negro con notas delicados al estilo de los pasteles típicos de los frescos de Umbría.

El grupo Maramotti –Max Mara, Sportmax, Weekend, Max&Co, Pennyblack– ha demostrado ser uno de los buques insiginia más poderosos en la industria de la moda italiana. Se trata de las pocas empresas que han seguido apoyando a los medios especializados, y no ha detenido producciones de prendas.

Paleta Max Mara juega con los tonos tierra, siena, humo, blanco y negro

En el desfile de Sportmax participaron las modelos españolas Miriam Sánchez y Beatriz Ronda y las tops Hanna Moetler o Felice Norda, a pesar de la dificultad de tener un casting internacional. La celebrity Olivia Palermo fue de las pocas que aterrizó desde Nueva York: “he venido a apoyar el made in Italy, se lo merece, es más importante que nunca, el sistema de la moda va a cambiar, esperamos que para mejorar, y tenemos que reforzarnos todos”.

Olivia Palermo, junto a Johannes Huebl, fue una de las pocas celebridades que fue a Milán a dar su apoyo a la moda italiana

En una de las primeras salidas, una modelo asía una enorme bolsa negra, parecida a las de basura industrial, a modo de elocuente metáfora sobre la crisis del artificio. Colores solares y flúor, un elogio a la camiseta, lencería visible, amplitud y vuelo definen la silueta que viene. El cuero drapeado será el gran protagonista de la ansiada primavera de la recuperación, ¿la del 2021?.

“Este no es un año perdido”, declaró a los medios Brunello Cucinelli, convencido de que en los momentos difíciles hay que refugiarse en la creatividad. A pesar de las pérdidas, cree que durante los dos próximos años alcanzarán de nuevo la velocidad de crucero. En China se han recuperado las ventas,, esa es la buena noticia para el lujo. Algunos de los grandes –Armani, Versace o Gucci– optaron por el desfile digital. Al igual que Prada, que esta temporada presentaba una apuesta a dos voces. Raf Simmons y Miuccia Prada han explorado la idea del uniforme como nueva simplicidad, “y también porque aporta un sentido de comunidad, de longevidad. ”. Sin ornamentación, nylon, seda, felpa, algodón, duchesse…

Max Mara demostró ser uno de los buques insignia de la moda reunida en Milán

“Se trata de un diálogo armonioso entre ambos, ahí está la falda tan característica de Miuccia y la sudadera de Raf, dos de los máximos exponentes de la creatividad”, comentaba Natalia Bengoeche, directora de moda de S Moda. Miuccia resumió su desfile a la manera de una danza entre una mujer y la tecnología. En la Fundación Prada, donde se podía visitar la instalación, las cámaras de alta definición rodeaban a los maniquíes, con mensajes cifrados. “Hoy la tecnología pertenece a nuestra forma de vida, y hemos querido representarla como una nueva humanidad”, argumentaba telemática la creadora. Al salir del edificio construido por Rem Koolhaas nos lavamos las manos. En lugar de espejo, unos grandes ventanales enmarcan un trozo de extrarradio. No podemos mirarnos, el cristal nos devuelve el reflejo de los otros.

Este año, el sector afronta uno de los máximos desafíos históricos con la caída en picado del minorista y un descenso de ventas del 40%. En el aplauso final de los desfiles se palpaba la emoción, también cierta solemnidad al contemplar estas colecciones realizadas bajo mínimos vitales como demostración de coraje, persistencia, esperanza y fe en el futuro. La moda siempre será un eficaz detector del estado de ánimo.

La Vanguardia, 28 de Septiembre 2020

Publicado en Culturas (La Vanguardia) La Vanguardia

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