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Eugenia Silva: “He vivido una moda de genios que no volverá a repetirse”

Una de las pocas tops que ha logrado confraternizar con los creadores y que colabora mucho más allá que ponerle cara, cuerpo y actitud a la ropa repasa su trayectoria para el Magazine y habla de sus rutinas de belleza

Los complejos infantiles pueden marcarte como un hierro candente, o todo lo contrario, regalarte una seguridad de piedra en ti misma si eres capaz de mantenerte erguida y convertir el defecto en una cuesta triunfante. Es el caso de Eugenia Silva,(Madrid, 1976). la modelo española que ha bailado salsa con Oscar de la Renta y Manolo Blahnik, ha navegado con Armani, o ha departido en petit comité con Carolina Herrera. Una de esas pocas tops de largo recorrido que confraternizan con los creadores y su colaboración va más allá de ponerle cara, cuerpo y actitud a la ropa, sino que ingresan en el núcleo de su constelación y mantienen una conversación visual y creativa con la marca. Pura aristocracia de la pasarela.

Cuesta imaginar aquella chavalita de ojo vago y mente voraz con un parche, aunque no fue eximida de las crueldades de patio de colegio. El exceso de dioptrías, en cambio, le regaló ese vaho melancólico que se instala en la mirada de algunos miopes. La mayor de tres hermanos, vivió hasta los 16 años –ganó el concurso Elite of the year, compartiendo el primer puesto con Nieves Álvarez- en el Palacio de la Cava, construido por los duques de Maqueda entre los siglo XVI y XVIII, y tras aquellos espesos muros que el sol del verano recalentaba, en plena meseta, Eugenia Silva se iba convirtiendo en una inquieta niña lectora que no dejaba de cuestionarlo todo preguntando “¿por qué?” y que a veces trepaba por los árboles.

Eugenia Silva bailando con Manolo Blahnik

De familia de magistrados extremeños, su tío-abuelo fue el jurista Antonio Hernández Gil, que siendo presidente del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial, salió ileso de un atentado de ETA en 1986. Su tío materno es Antonio Hernández Mancha, y su madre , María Eugenia, fue concejala de cultura –“como independiente”– en un gobierno del Partido Popular. Ella, que la acompañaba en sus primeros viajes, “no tanto por miedo como porque también le encanta la moda”, le presentó a Gregorio Marañón: “mi mentor en el mundo de las artes; él me hizo Patrona de la Real Fundación de Toledo, y también pertenezco a la Junta de Amigos del Teatro Real. Mi inquietud siempre ha sido conectar las artes”.

Eugenia afirma formar parte de una generación de modelos preparada y tenaz, y cita a Martina Klein y Vanesa Lorenzo como buenas compañeras de viaje. Recuerda la disciplina y el trabajo duro que comporta una carrera profesional en la moda: “las sesiones de fotos pueden ser muy largas y las semanas de la moda también. Es un mundo muy competitivo, y, si quieres ser la mejor, tienes que dedicarle buena parte de tu vida”. Sus primeros contactos con la industria llegaron de la mano de los libros de fotografía que compraba en Vips: Bruce Weber, Patrick Demarchelier, Arthur Elgort. Entonces ignoraba aún que al cabo de unos años posaría para ellos. Convertida en marca de éxito, Silva y su pareja, Alfonso de Borbón Yordi, son padres de dos hijos, Alfonso y Jerónimo, y dirige la productora creative Bliter S.L.

Eugenia de pequeña con el traje típico extremeño

Usted es abogada sin ejercicio, ¿por qué injusticias pelearía?

Soy licenciada en Derecho, y, aunque nunca he ejercido, me ha ayudado mucho a lo largo de mi vida; no solo por el conocimiento, que me ha sido muy útil incluso en el día a día, sino también para mantenerme ocupada y concentrada durante la etapa más intensa como modelo. Hay muchas causas e injusticias por las que lucharía, y aunque no puedo hacer ni dedicar todo el tiempo que me gustaría, siempre intento aportar mi grano de arena con como conduzco mi vida. Creo que las pequeñas decisiones son las que logran los cambios. La mujer, por ejemplo, es una de ellas. Una visión de la mujer libre, sin doctrinas específicas de un lado y de otro. Poseemos un don maravilloso que no podemos olvidar porque es lo que nos hace únicas: tenemos la capacidad de crear vida y nutrirla. Algo que cada una debe vivir en total libertad…

Cuando habla de doctrinas específicas, ¿se refiere a algún tipo de feminismo, o a sus opuestos?

No soy nada radical, y sí muy tolerante: cada uno puede pensar cono quiera, no me gusta entrar en conflicto, pero procuro comportarme de manera coherente con mi identidad. En mi equipo todas son mujeres fabulosas: madres, prácticas, sensibles… el nuestro es un feminismo de andar por casa: estamos unidas, somos grandes trabajadoras y organizadoras. No hay que justificarse ni vestirse como un hombre. Los estereotipos me dan pereza. Con un vestido y maquillaje ideales se puede ser feminista.

¿La maternidad le ha regalado nuevas percepciones a través de la mano de sus hijos?

La maternidad me ha ayudado observar la vida desde otro prisma, a tomármela con más calma y tener mucha más paciencia; y me obliga cada día a bajarme del complicado y frenético mundo de los adultos al llegar a casa. Con mis hijos la vida es más sencilla y relajada, risas y abrazos, todo es mucho más puro.Por otro lado, creo que la sociedad necesita un modelo de ser humano que piense mucho más como una madre –que nutre, acompaña y cuida– , una visión, y una actitud ante la vida que sirve para todos, indiferentemente del género.

Para Eugenia Silva, Formentera significa “una vida descalza, despreocupada, también el olor a a pino del Mediterráneo…,

¿Ha sido acosada alguna vez? ¿Podría añadir su testimonio a la cadena de Me Too como tantas otras modelos?

La vedad es que jamás he estado un aprieto. Tardé diez años en sacarme la carrera de Derecho: cuando no trabajaba estaba estudiando y no cabían las fiestas… Solía quedarme en la habitación del hotel estudiando, por lo que no he estado cerca de esos peligros. Pero trabajé con Terry Richardson [fotógrafo acusado de abusador sexual por varias modelos] y nunca tuve problemas con él. Lo vi hace poco, y cuesta entender que estuviera dentro de todo ese juego sucio….

¿Y nunca se sintió cosificada, ni con Victoria’s Secret?

No. Mi época fue la del culto al cuerpo, imágenes súper sanas muy lejos del estilo grunge o heroin chic. Yo pertenecía a la pandilla del Vogue USA: morenas, healthies, sonrientes. Durante casi 15 años desfilé para Victoria’s Secret, y fue una experiencia única. Siempre me trataron con respeto, nada que ver con un rol tipo conejita de Playboy; entonces los desfiles eran más simples que ahora, que son grandes shows… pero se hacían viajes a islas paradisiacas, con grupos divertidísimos…no tengo más que buenas palabras, la verdad.

¿Le ha dolido alguna vez tanta belleza?

Frente al espejo todas vivimos nuestras propias inseguridades y circunstancias. Hay días en que los niños te han dado una noche tan mala y ni te ves.

Muchas mujeres consideran el amor romántico como una estafa, ¿usted?

A mi me gusta el romanticismo en las novelas y en las películas, pero además quiero creer en el amor romántico. ¿Por qué evitarlo? Sin él no existirían obras de artes fantásticas, ni tantas canciones dedicadas al amor, como las de James Taylor; nos limitaríamos creativa y artísticamente. Además, creo que el sexo sin amor produce dependencia e insatisfacción. El amor verdadero es un vínculo fuerte, estrecho, un sentimiento diario, una aportación, un disfrute.

¿Qué han aprendido durante esta crisis como familia?

A no tener que coger una maleta e irme de viaje. Y a que los niños se cansen de tener a su madre en casa. Hemos estado bien, dentro del espanto y de la pérdida de grandes amigos: Alfonso Cortina, Carlos Falcó, el padre de Fonsi…

Made in Spain: Embajadora de Germaine de Capuccini

Ahora ejerce de embajadora de Germaine de Capuccini, un firma creada en 1964 por la emprendedora Carmen Vidal, en un pequeño laboratorio de Alcoy.
¿Por qué ha elegido colaborar esta firma cosmética? ¿Ha pesado el hecho de ser una marca made in Spain?
​Creo que España tienen muchas marcas familiares que se basan en un gran producto y una cultura de valores. Trabajar con ellos y contribuir a darles a conocer es algo que me atrae mucho más que ser la imagen de una gran marca. Mi carrera ahora está más enfocada a la faceta de consultora de imagen, y es ahí donde me estoy centrando.
​Para mi lo importante es que tenga potencial y se resuma en un gran producto, independientemente de su origen. Sin duda el hecho de que sea español, y de que tenga una autoría propia, para mi es importante porque adoro a mi país y deseo que el sector de la moda y la cosmética crezca más allá de las fronteras.
¿Qué valores transmite Germaine de Capuccini?
​Germaine es producto, innovación y excelencia. Germaine es España. Se trata de una empresa familiar que respalda unos valores sociales y medioambientales con los que me siento muy identificada. Su equipo principal está liderado por mujeres, cosa que me encanta; pero, además, es una empresa que aboga por la conciliación familiar.

¿Existe una mística de la pasarela?

Es difícil… creo que es algo que tienes que sentir, y realmente es lo que marca la diferencia entre modelos. Tienes que tener algo más que pura habilidad; no es algo mecánico: no se trata de ponerte un vestido y salir a caminar. Tienes que encarnar la filosofía de la marca y conectar con el público. Hoy las cosas son distintas, porque el show y las grandes performances han puesto el rol de la modelo en un segundo plano, pero, durante los 90, los modelos eran más que mujeres y hombres mostrando ropa.

Ha vivido casi dos décadas en Nueva York, ¿la sintió su casa?

Fue una etapa muy feliz. Nueva York es una ciudad que te abraza o te devora, y a mi me abrazó. Y yo la amé. A día de hoy me siento todavía muy conectada a ella, y de hecho sigo yendo regularmente por trabajo. Y, aunque me dé pereza subirme al avión y dejar a mis hijos cuando se acerca la fecha del viaje me dé mucha pereza, al llegar allí entiendo por qué me sentía tan cómoda. Aunque, por otro lado, la Nueva York que yo viví no existe ya…

¿Qué le aportó su colaboración con Oscar de la Renta?

Con Oscar aprendí tantas cosas. Desde el momento en que firmó mi primer visado americano y me recibió en su casa con los brazos abiertos. Siempre me trató como a un miembro más de su familia, fui muy privilegiada. Él fue mi padrino, y, en diversos aspectos, un gran maestro. Me concedió campañas maravillosas, me presentó a Anna Wintour… no sería quien soy hoy de no ser por él. Quien tuvo la suerte de conocerle y trabajar con él bien lo sabe: no había nadie más atento, siempre cariñoso, con una palabra amable que decir. Era tan elegante, acompañado de su enorme sonrisa…

Eugenia Silva tuvo una estrecha colaboración con Oscar de la Renta. 

¿Y Armani?

Armani significó la profesionalización de mi oficio. Una exigencia perpetua y una minuciosa atención al detalle, a cualquier mínimo gesto, un pliegue o al caminar. Fue una etapa de máximo esfuerzo y constante dedicación, que adopté como motto personal y que todavía hoy pongo en práctica en cada proyecto que emprendo como si de un credo se tratase. Una enseñanza que le sigo agradeciendo. Recuerdo también con mucho cariño una conversación que mantuvimos hace años, de la que saqué uno de los mejores consejos profesionales que he recibido: “Eugenia, vístete siempre pensando que dentro de 10 años mirarás una foto del día de hoy y querrás sentirte orgullosa y fiel a ti misma”. Y muchos años después, cada vez que me miro al espejo antes de dejar mi casa, pienso en aquella charla. Otro consejo suyo que recuerdo es el de no pintarme los labios de rojo: nunca le gustaron en mí. Es un genio, inteligente y cercano.

La modelo con Giorgio Armani

¿Qué caracterizaba su manera de desfilar?

Sinceramente, no considero que tenga una manera concreta de desfilar; es más, creo que el estilo va evolucionando con el paso de los años. Pero algo que si recuerdo con mucho cariño es que siempre llamaba mucho la atención verme acompañada de un libro. Mientras me maquillaban, me peinaban, o esperaba entre cambios, antes de desfilar, también durante los castings… me decían: “Eugenia Silva siempre va acompañada de un buen libro”. De hecho, creo que hasta se hizo algún artículo al respecto. Eso sí que era un rasgo característico mío. Y a día de hoy, sigo igual.

¿Qué literatura le interesa?

Los que me conocen ya saben que soy una ávida lectora. Siempre tengo un libro empezado, y otro esperando a ser el siguiente. Leo mucho y de todo, desde libros de plena actualidad hasta clásicos que no me canso de releer. A Nabokov, Carver, Zweig y García Marquez, por ejemplo, los leo como terapia: me ayudan a ordenarme, a relativizar mis pensamientos. Hay determinados momentos en los que necesitas claridad mental, y ellos me la dan. Aunque también me rindo a obras más comerciales pero igual de apetecibles, no todo van a ser clásicos. Ahora mismo por ejemplo me encuentro inmersa en Una Educación, de Tara Westover. Y el próximo es Limónov de Emmanuel Carrère. Me gusta tener en cuenta las recomendaciones de aquellos que me conocen; en Madrid, por ejemplo, siempre encuentro inspiración en dos de mis librerías fetiche: El Aleph y Alberti.

Ha trabajado con grandes fotógrafos como Egort, Weber, Meisel…¿qué experiencias conserva?

¡Creo que tengo anécdotas como para escribir un pequeño libro! Con Elgort las sesiones eran súper divertidas, muy despreocupadas. Siempre te tenía bailando en sus sesiones. Las poses eran muy casuales y espontáneas. Él era adorable, y una de las personas más cultas que he conocido. Weber me enseñó a olvidarme de posar, de la cámara. Con él aprendí que con un bikini y el cabello mojado estás igual de impresionante en una foto que luciendo un Chanel de alta costura. Le guardo un cariño muy especial y disfruto mucho viendo sus fotos. Siempre fue muy inspirador. Y Meisel es el maestro entre maestros. El Avedon actual. Es la persona que me enseñó a posar, a moverme delante de la cámara. Cambió radicalmente mi carrera cortándome la melena para la exclusiva de Prada en la portada del Vogue Italia.

Vivió unos años gloriosos de las pasarelas entre los 90 y los 2000.

Una época de grandes locuras creativas, de sorpresas continuas. Por ejemplo, con John Galliano siempre nos preguntábamos “¿de que irá esta temporada?”. Hice mucha alta costura con Karl en Chanel, y estuve en su casa. Viajaba con Gisele, Frankie, Imán… He vivido una moda de genios únicos que no va a volver a repetirse. Y la mayor suerte es que convivíamos con ellos: le dedicábamos tiempo, no eran pruebas de ropa de cinco minutos… Galliano era muy dicharachero, Lagerfeld me recomendaba leer a la Marquesa de Casati… Y eso que Karl al principio me imponía muchísimo…

¿Qué papel ocupa el arte en su vida?

El arte forma parte de mi vida de la misma manera que lo hace la moda, como una forma de inspiración que me ayuda a conectar conmigo misma. Disfruto de todo tipo de arte, y aunque me emociono viendo un Canaletto o un Artemisia Gentileschi, prefiero el arte moderno y contemporáneo. Soy también muy fan de los muebles de diseño y de los buenos escritores.

Ahora está muy centrada en el mundo diseño, ¿qué creadores te interesan?

Como te comentaba antes, me interesa todo lo que tiene que ver con el arte en general. Y tener amigos dueños de galerías de arte y estudios de interiorismo hace que siempre esté al día de lo que se mueve, de las nuevas tendencias. El diseño italiano me gusta mucho, por ejemplo. Siempre que viajo a Milán y tengo tiempo aprovecho para visitar alguna galería, como Nilufar, que siempre tiene piezas maravillosas. Philippe Anthonioz es mi último gran descubrimiento, un “escultor de mobiliario” que trabaja el bronce, y Michael Anastassiades es otro diseñador que me llama la atención y del que tengo alguna pieza en casa. En España, siempre que puedo le encargo piezas personalizadas al ceramista y maestro alfarero Gallardo; si hay algo que realmente me fascina es el trabajo artesano.

La moda sigue siendo considera una frivolidad, un círculo cerrado y elitista…¿lo ve así?

No creo que sea más cerrado que otros sectores, como la banca o el mundo del arte. La moda en sí misma es frívola, existe para enamorar a los sentidos, no es un ejercicio intelectual, aunque aprecio lo bien que lo hacen algunas marcas. No está aquí para salvar al mundo, aunque que muchas marcas se están volcando en causas humanitarias de forma activa. Y tampoco es un ejercicio social, a pesar de que muchas marcas hayan sido grandes lanzaderas/plataformas de protestas y nazcan de la subcultura. La moda es frívola porque es entretenimiento. El problema es cuando otros sectores lo son, algo que estamos viendo últimamente con demasiada frecuencia… Pienso en su frivolidad como alegría, un respiro, dentro de todo lo que te rodea, que es tan pesado. La moda resulta un soplo de aire fresco y ligero.

¿Apuesta por un cambio en el sistema de la moda?

Creo en un cambio en el sistema de la moda enfocado a la sostenibilidad –ecológica, social y económica–, donde se preserven los oficios de moda porque son parte de nuestro patrimonio cultural. Una moda que sea respetuosa y que ofrezca variedad para que cada uno pueda elegir dependiendo de su gusto y su economía.

¿España entiende de moda?

España tiene una visión de moda propia que, y como todos los países, está en constante evolución. Existen un montón de marcas pequeñas con mucho talento que podrían ir mejor si los españoles valorásemos mucho más la moda, una visión que, también es verdad, ha cambiado drásticamente en los últimos 10 años… a mejor. Es una industria demasiado importante como para no cuidarla. Pero, no, no le hemos dado el mismo posicionamiento a Balenciaga que a Velázquez…

¿Qué consejo le daría a una joven modelo?

Que lo que te hace buena en tu trabajo es tu mirada y eso solo se consigue si trabajas quién eres como persona. Es un trabajo de dentro a fuera.

¿Cuál es su relación con el paso del tiempo?

La misma que tengo con ver a mis hijos crecer. A veces siento que se me van de las manos y me gustaría retenerlos, pero en el fondo sé que crecer es algo maravilloso que te trae cosas mucho mejores que vivir en un eterno pasado.

¿Hay una edad para jubilarse?

Nunca! No soporto estos cánones. Es absurdo ponernos nuestros propios limites…

Publicado en Culturas (La Vanguardia)

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