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Lucidez sin adjetivos

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Natalia Ginzburg cumpliría cien años el próximo mes de julio, pero su voz sigue regresando no solo a los catálogos editoriales –Lumen reedita tres de sus títulos fundamentales: su autobiografía Léxico familiar; Todos nuestros ayeres, la versión ficcionada, y Las tareas de casa y otros ensayos– sino a la memoria que dejó tejida con fortaleza y seda. Fue una intelectual que nunca se dio importancia, capaz de transformar ideas procedentes del desorden del mundo en razonamientos luminosos nunca afectados ni petulantes. Testigo de excepción del auge del fascismo y la Segunda Guerra Mundial, mamó la política ya de bien joven, cuando su padre tronaba contra los conocidos que se habían rendido a Mussollini: “¡Bellacos!”, vociferaba el doctor Levi, resoplando sin pudor alguno.

El pulso literario de Ginzburg se apropió de una claridad refulgente. “La memoria es débil, y los libros que se basan en la realidad son con frecuencia pequeños atisbos y fragmentos de cuanto vivimos y oímos” escribe en el prólogo de Léxico familiar, donde rehace el mundo del que procedía y que conformó: de las palurdeces que describía su padre, genio y figura, tan severo como refinado, que instruyó a sus hijos en la lectura, la naturaleza y la decencia moral, al frío que tan profundamente sentía su madre al trasladarse de Palermo a Turín. “Mi padre apreciaba y admiraba el socialismo, Inglaterra, las novelas de Zola, la fundación Rockefeller, la montaña y los guías del valle de Aosta. Mi madre amaba el socialismo, la poesía de Paul Verlaine y la música, sobre todo Lohengrin que nos solía cantar cada noche después de cenar”.

Educada en casa por tutores y maestros particulares, pues su padre estaba convencido de que en las escuelas podía contraer microbios, Ginzburg desarrolló en cambio, tempranamente, la bacteria que germinaría en el síndrome melancólico que su madre denomina “sentimiento hebraico” de la escritura, alimentada por las lecturas a escondidas –a pesar de la educación en valores y libros, ni su padre ni su madre la dejaban leer determinadas obras– de Proust o Colette. Su literatura trata de las pequeñas cosas, de los asuntos familiares, y sin embargo no puede estar más lejos de la pequeñez literaria. Ella se despoja de adornos para llegar a la médula de forma diáfana, sopesando melancolía y esperanza. Como los grandes, no solo ve aquello que los demás no vemos, sino que logra mostrárnoslo. En parte porque disecciona la tristeza –no es extraño, experiencias vitales como dos hermanos muertos por su militancia antifascista y un marido torturado hasta morir hicieron saltar por los aires su mundo–, un tema con el que pocos (escritores y lectores) se atreven.

Su vida, tanto literaria como política, fue de primera magnitud. Codo con codo con sus compañeras Elsa Morante o Dacia Maraini confraternizó con los Cesare Pavese, Italo Calvino, Carlo Levi o Alberto Moravia; la mítica editorial Einaudi le abrió sus puertas; ganó los premios más prestigiosos del país y tradujo a Flaubert, Maupassant o su querido Proust. Y en 1983 fue elegida parlamentaria por el Partido Comunista italiano y dedicó sus últimos años a la política activa.

Sus ensayos están tamizados por esa luz modesta y a la vez valiente que siempre la acompañó: “No llegaremos a ser ni sabios ni serenos, además nunca hemos amado la sabiduría ni la serenidad, en cambio siempre hemos amado la sed y la fiebre, las búsquedas inquietas y los errores”. Ahora, en su centenario, su aliento vivificador impulsa una poética realista que nos invita a vivir sin anestesia, con palpitante nervio.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

2 comentarios

  1. superj a 10.710 km superj a 10.710 km

    “el desorden del mundo…”
    una catarata de centenarios se nos viene
    mussolini
    qué difícil de entender la catástrofe que causó
    tanto él como hitler y franco fueron unas personitas insignificantitas
    seguramente tiene razón n. g. : el humano ama la sed, fiebre, búsquedas inquietas, errores
    errare humanum est

  2. superj a 10.710 km superj a 10.710 km

    plís, perdón :
    recibe te lo ruego un atento&cordial saludo

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