Saltar al contenido →

Wert en el teclado

2015-04-15-22.25.16

Cincuenta periodistas culturales reunidos durante dos días en el palacio de la Magdalena de Santander a fin de tumbar a su oficio en el diván. Psicoanálisis de urgencia: desde la crítica y la crónica del género hasta las tendencias y las resistencias. ¿Crisis del género o fin de época? ¿Autocrítica y ombliguismo de los demasiados periodistas que escriben sólo para sus colegas? Los equilibrios presupuestarios que han reducido contenidos y contenedores aunque por otro lado han avivado nuevos formatos para exquisitas minorías: desde emisoras en internet como El Extrarradio hasta publicaciones para pensar como Letras Libres. Unos exigen higiene deontológica: no hay que conocer al autor antes de entrevistarlo, mientras que otros quieren seguir celebrando la afinidad: “No contemplo los rigores protestantes, me gusta escribir de los amigos, no creo en la pureza de raza”, dijo Antonio Lucas, pantalón caído y calcetines de color rosa. “Tenemos que encontrar el pálpito de nuestro tiempo, ser transversales, creativos”, reclamó la escritora Eva Díaz Pérez.

La cultura en televisión se ha convertido en cuña. Toni Puntí, el gran resistente junto a Óscar López -el único programa de libros que se emite hoy en televisión-, pasa al 33 entre Doraemon y Shin Chan, cápsulas picadas semejantes a minihamburguesas dietéticas. De la cultura animi de Cicerón al patrimonio cultural entendido como bien público heredado de los ilustrados que incluye el buen gusto y las pulidas costumbres, la cultura es servida desde los medios de comunicación como alimento y espíritu de los tiempos, guarida ­pero también ascensor social y mental. Más allá del entretenimiento: “La cultura es un arma de transformación de la sociedad”, dijo ­Pepe Ribas-Ajoblanco. “Estamos en la industria del entretenimiento a la espera de montar la del conocimiento”, aseguró Borja Casani-El Estado Mental.

“La cultura es aquello que permite limpiar lo que otros ensucian”, afirmó el organizador del acto, Basilio Baltasar, director de la Fundación Santillana, quien mentó la bicha: “A mí me sonaba mucho el nombre de Wert, y es que lo tenemos alineado en nuestros teclados, recordándonos sine die el estrangulamiento a la cultura”. El manual de urgencia ha quedado servido en bandeja en “Una crónica del periodismo cultural” dictada por uno de sus máximos demiurgos, Sergio Vila-Sanjuán -camisa color coral, barba precisa- . “Pasión por la cultura, capacidad de percibir lo realmente nuevo, voluntad de documentarse, estilo cuidado y antitópico, pensamiento crítico, saber combinar lo trascendente y lo anecdótico. Y buen ojo”. Además de contar con el favor de las musas para enfocar el espejo entre la realidad y la ficción.

Publicado en Artículos

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *