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Primavera y vino

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Los escaparates de las joyerías londinenses de New Bond Street acaban de desnudarse. Son las seis de la tarde, y en las vitrinas de Asprey o Boucheron solo permanecen los estuches aterciopelados como en un baile sin música, desprovistos de las alhajas que se exhiben en horario comercial. El efecto de los joyeros vacíos multiplica el deseo. Como ocurre en la National Gallery, donde se ha adelantado la primavera. La de 1891, la serie de álamos de Monet y su luz cambiante, o las bailarinas de Degas, observadas en su intimidad distraída. Inventing Impressionism es una exposición con un elevado poder terapéutico. La sublimación de un estado mental; la luz blanca del alba filtrándose entre viñedos. Como tantas veces la ha soñado Álvaro Palacios, entronizado el pasado jueves como The Man of the Year, uno de los más elevados honores al que puede aspirar un viticultor, concedido por la revista Decanter, la Biblia del vino.

Lo que sé de vinos lo he aprendido de este riojano que se enamoró del Priorat, de la mano de René Barbier, hace ya veinticinco años y reinventó aquella tierra abandonada. “Nadie apreciaba aquella zona, pero Álvaro creó un concepto nuevo sobre la tierra, el vino, y la garnacha. Cuando lo conocí, lloraba cuando los payeses arrancaban las cepas centenarias y él no podía hacer nada”, me contó Jaume Roures, que junto a Ana Rosa Quintana, Peter Sisseck, Quim Vila o José María Iñigo formaba parte del grupo de amigos que lo acompañaron en el acto de entrega del galardón, que ha reconocido a leyendas como Mondavi, Antinori o Cazes. “Visionario, revolucionario, transgresor”, dijeron de él los sacerdotes de Baco, británicos sedientos de los buenos caldos que hace siglos importan en barricas, Burdeos y amontillados de Jerez, y que figuran en la prosa de Shakespeare. Hoy, en cambio, las familias reales hacen galletas ecológicas. En el Daily Mail, una doble página firmada por otro Shakeaspeare informa de los últimos quejidos del príncipe Charles -“apenas me dejan ver a mi nieto”-, mientras su hijo, Guillermo, de visita en Tailandia, se acerca dulcemente a un elefante. Los periódicos ingleses se relamen con la realidad incongruente, tan anecdótica como trágica y su fino sentido del paladar.

Álvaro Palacios habla inglés y catalán de Falset, canta flamenco, torea vaquillas, recita poesía, viaja por el mundo con una visión comercial que según su hermana Chelo le acompaña desde niño, cuando jugaba a botones en el Hotel Palacios. Se cansó de lo de siempre, de la tradición familiar de bodegueros clásicos, y se instaló en Gratallops donde creó de la nada un vino redondo, L’Ermita, que hoy se sirve en los mejores restaurantes del mundo, de The Fat Duck a George V. “Mi hermano y mi hijo Ricardo adivinan el porqué de la tierra y lo que hay que darle”. Al final de la noche, en un club de moda vecino a la orgía de paisajes impresionistas, me confesó su máxima aspiración: que un vino suyo le de miedo, que huela a carne de mujer, que atrape la luz del sudeste montada encima de una falla, una revelación de la primavera para beber la vida a sorbos, o los sorbos de la vida.

Mama Lisa / Lisa Lovatt-Smith

Su madre se casó con una minifalda morada en los años sesenta, puro swinging London. Ya muy joven, Lisa empezó a asistir en editoriales de moda a los más grandes, de Herb Ritts a David Bailey. Una larga década dedicada a la moda y al glamur, a las limusinas blancas que le mandaba la agente de Mick Jagger, y hasta a un novio ex heroinómano y ex bisexual hermano de Isabelle Adjani. Un día viajó a Ghana de cooperante, y se convirtió en Mama Lisa. Descubrió la doble cara del mundo de la solidaridad, fue víctima de las mafias locales y vendió todo lo que tenía para crear una oenegé que combate los orfanatos ilegales y el tráfico de niños. Hoy tiene cinco hijos adoptados. Y sabedora de que su vida es una novela, ha decidido escribirla.

Amado diablo / Anne Wintour

“Aunque no seas alguien seguro de ti mismo, finge serlo, pues así parecerá más claro para el resto”. Esta máxima de la gran dama del periodismo de moda, que la ficción ha retratado como una caprichosa déspota que no tolera un error ni un café con leche frío. En “Winners and How They Succeed” el periodista y asesor político Alastair Campbell desvela las claves del éxito de la mayor influencer, capaz de aupar y defenestrar a creadores, modelos y tendencias. Ningún desfile de altura da comienzo hasta que Wintour, con su rictus hierático, se sienta. Dice que su único talento es el de gestionar el ajeno. Y lo que en verdad merece que un asesor político profundice en ella es la constelación de poder que ha forjado a su alrededor.

Fin de raza / Naty Revuelta

Cuando Wojtyla llegó a La Habana y las guaguas reventaban de católicos caribeños, tú nos abriste las puertas de tu mansión en el Nuevo Vedado, donde tu anciana madre se mecía en un balancín y hacía tintinear las arañas de cristal igual que el hielo en un vaso. Qué bellas balaustradas, el café negro en el soportal, la charla animada. Te llevamos noticias de tu hija Alina, que ha podido regresar a Cuba para acompañarte a morir. Primero fuiste burguesa de escotes halter y perlas, filóloga, mujer de médico, comprometida con los pobres, enamorada enamorada de Fidel, con quien mantuviste un romance tan insensato como cualquier gran romance. “Me lo saqué del corazón para meterlo en la cabeza” dijiste sobre él. Contigo desaparece una raza.

(La Vanguardia)

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