Saltar al contenido →

La influencia de un culo poderoso

rs_634x845-140424061203-634.Beyonce-Time-JR1-42414

Sus furiosas caderas que rasgan el aire. La firmeza en la mirada, la salacidad en los labios. Y una melena afro como bandera ondeante de una lucha antigua: los años difíciles del padre en Alabama, el tiempo en que la madre no podía tomar asiento en la parte delantera del autobús. A los seis años, Beyoncé Knowles cobraba 5 dólares a los amigos de la familia que querían verla cantar; la peluquería de la madre fue su primer local de ensayo. Y ahora, con 32, la amiga íntima de los Obama, el modelo para Sheryl Sandberg -una de las jefazas de Facebook-, y la artista mejor pagada del planeta, ocupa el número uno de la lista de las 100 personalidades más influyentes del mundo para la revista Time.

El primer análisis es previsible: tanto sufrimiento a lo largo y ancho del planeta en la lucha de millones de mujeres y eligen a una popstar que se planta en el escenario con body, tacones y medio trasero al aire, razonarán algunos. Vale que rompió barreras con el primer grupo de R&B femenino competitivo, Destiny’s Child, cuyo nombre fue elegido por su madre, Tina Knowles, que lo sacó de la Biblia: su hija sería hija de un destino superior. Y también es evidente que, desde entonces, la joven de piel lustrosa ha peleado con denuedo la hegemonía masculina, número uno tras número uno y portada tras portada. Incluso logró que se acuñara una palabra en el Oxford Dictionary: bootylicious (culo delicioso), título de una de sus canciones.

Pero, ¿son esos méritos suficientes para que se la coloque por delante del papa Francisco, Angela Merkel, Hillary Clinton, Jeff Bezos o el propio Obama? “Mi tarea es la de empoderar a las mujeres”, ha declarado en varias ocasiones. Y es cierto que sus alianzas con otras mujeres poderosas, sus campañas en favor de la igualdad o la llamada a la acción, reconvirtiendo la mala leche de las angry black women en orgulloso contoneo, han calado hondo entre millones de seguidores. Beyoncé es un símbolo de la cultura pop de los años 10. De una época pobre en mitos y gurús, en la que los líderes están llamados a remangarse y renunciar al coche oficial. Pero, sobre todo, unos tiempos atontados en los que la energía es uno de los bienes más escasos. Por ello, el huracán Beyoncé, que parece extremadamente madura en las entrevistas y que abandera con sus curvas el orgullo femenino, replantea las formas -no tanto el fondo- de la conciencia de ocupar un lugar -y qué lugar- en el mundo global.

Ella tiene ya su portada triunfal en Time. Lo que, a pesar de que los críticos se amohínen ante su triunfo, refleja qué entendemos hoy por carisma quienes habitamos en este cambio de paradigma, como tan bien explica en Limbo el escritor Agustín Fernández-Mallo: “El limbo es ese lugar en el que nos hallamos todos los humanos en espera de algo, aunque no sepamos qué es. Con una mirada extraña y desenfocada”. Y vaya si Beyoncé la enfoca.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

2 comentarios

  1. ROBERTO CARLOS NAVA RIVERA ROBERTO CARLOS NAVA RIVERA

    SALUDOS JOANA, TE FELICITO POR TU ARTICULO, YA QUE EN POCAS PALABRAS DESCRIBES LA (A MI OPINION MUY PERSONAL) POCA TRAYECTORIA DE ESTA CANTANTE Y EL PODER QUE TIENE EN EL ENTORNO MUNDIAL SU “INFLUENCIA”. Y COMO ACERTADAMENTE DICES, MUCHOS NOS PREGUNTAMOS POR QUE UNA REVISTA TAN RESPETABLE COMO TIME LA SITUA POR ARRIBA DE PERSONAJES MAS IMPORTANTES, NO COMO PERSONAS, SI NO COMO LIDERES MUNDIALES, PERO EN FIN, COMO DICEN BULGARMENTE “JALAN MAS UN PAR DE NALGAS QUE UNA YUNTA DE BUEYES”. GRACIAS.

  2. Blanca Estela Muñoz Blanca Estela Muñoz

    No es por tener algo en contra de la cantante o bien de su propia pegajosa música pop, sin embargo creo que ya cualquier persona puede tener su portada en la prestigiada revista TIME.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *