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Hombres en pelotas

0Por qué las mujeres van juntas a la toilette y en cambio entran solas, mientras que los hombres nunca le dicen a otro “¿me acompañas al baño?” aunque orinen codo con codo? La fotografía de dos tazas de váter pareadas en los baños olímpicos de Sochi, realizada por Steve Rosenberg, corresponsal de la BBC en Rusia, ha dado pie a una sarta de burlas político-escatológicas -con la homofobia putinesca de fondo- que ha provocado un alud de imágenes capturadas por todo el mundo de retretes sin tabique en diferentes modalidades: alineados, uno frente a otro e, incluso, cuatro en corro. Los amantes de la antropología social han recordado que, en muchas culturas, este acto fisiológico que nosotros no concebimos sino en la más estricta intimidad se practica en compañía, e incluso se aprovecha para socializar. Siempre me han llamado la atención las escenas de ficción en que dos hombres se hacen alguna gran confesión en un urinario, de mafiosos a espías, adversarios amorosos o amiguitos del alma. Esa mecánica instalada, ese conversar con el sexo fuera, miccionando, con la misma naturalidad con la que uno se lava las manos, refleja abiertamente el desnudo viril en común como una condición inexpugnable de la masculinidad.

Por todo ello, leo con interés las reflexiones de Richard Senelick, un neurólogo radicado en San Antonio (California) que asegura que los protocolos médicos que determinan con precisión cómo se debe actuar ante una mujer cuando se desviste para ser explorada son en cambio observados con laxitud cuando se trata de un hombre. El doctor Senelick explica que a lo largo de los años que lleva practicando la medicina ha aprendido varias cosas sobre el pudor masculino que no recuerda haber escuchado a sus profesores: “A muchos hombres no les gusta ser observados mientras se desnudan”, por mucho que prevalezca la idea de que los varones, ya desde niños, no necesitan privacidad.

Así, los vestuarios masculinos resultan aún un reducto de aquel mandato de “hazte un hombre”, tanto por el imperativo de andar en pelotas como si se fuera vestido como por esa aparente camaradería que puede camuflar complejos e incomodidades (y al contrario, porque aquel que anda envuelto en la toalla será identificado como tímido e incluso sospechoso). A menudo las mujeres nos lamentamos de la infinidad de armaduras con las que seguimos cargando por cuestión de sexo. Pero también tendríamos que advertir aquellas que siguen sin ser cuestionadas, como por ejemplo:¿por qué el desnudo de un hombre vale menos que el nuestro?

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Un comentario

  1. h&s h&s

    Querida Joana me comenta un amigo que los hombres van a la toilette igual que las mujeres solos o acompañados exactamente igual…

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