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Tertulianos al plató

A veces los presentadores se impacientan y dicen: «Por favor, no estéis todos tan de acuerdo, a ver si dais más juego…». Los puristas se estremecen y remugan que no van allí a hacer el paripé, sino a defender su sagrada libertad de expresión. Pero acaban agachando la cabeza porque, ¿cómo no va a bajar el share si ellos mismos se preguntan a quién carajo puede interesarle su opinión? En la mesa siempre hay uno más relajado, más alfa, un incontestable porque es más cínico, culto o simpático que el resto; es el que dice: «Venga, yo ahora voy a llevarle la contraria a Ludovica aunque piense como ella». Y el aire tensa las ondas hasta el punto de que Ludovica, desconcertada, se queda sin tiempo y las voces la atropellan. En la pausa, siempre hay alguien que recuerda aquello de «esto es radio» o «esto es televisión». Y al final, todos abandonan el plató maquillados gratis, como si hubieran esnifado caviar.

Existen auténticos profesionales de las tertulias. Cambias de canal y ahí están, con otro decorado y los temas de siempre. Un formato consolidado: barato, entretenido y útil en una sociedad sin tiempo para pensar. «Te lo compro», dicen aún algunos «motivados» cuando comparten la idea del otro y la hacen suya. Quien no tuviera constancia de las tertulias del Algonquin, Els Quatre Gats, el Gijón o los cafés bohemios de provincias donde se cultivaba un arte del conversar sin fines ni sin trabas podría pensar que un debate es un rifirrafe verbal entre políticos o periodistas donde resulta cada vez más difícil distinguir al uno del otro. Y es que hoy poco tiene que ver con el «grupo de personas que se reúnen con asiduidad para conversar y recrearse» al que hacen referencia tanto el diccionario de la RAE como el DGLC. ¿Conversar? En mi experiencia como tertuliana televisiva, siempre me sentí una torpe impostora, y más aquella vez en que una moderadora me recomendó: «Rápido y mortal, como un tirachinas».

Sería injusto quitarle méritos a la figura del contertulio mediático, ese animal todoterreno que segrega hormonas mientras las ondas catódicas lo engordan tres kilos. El que habla con ingenio o sosería de los perdigones en el pie de Froilán, del obispo Reig, los recortes anunciados con escuetas notas de prensa o de las pulgas que invaden los expedientes de los juzgados. Y todo ello sin pitillo, ni whisky, ni intelectualidad al estilo La clave. No son estos tiempos para nostálgicos ni pedantes que reivindican la claridad de Cicerón; hoy gritar vende. Pero a veces se produce un chispazo llamado conexión humana y la palabra exacta traspasa la pantalla justo cuando nadie dice «esto es televisión».

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Un comentario

  1. Deberías participar de algún debate televisivo, o a lo mejor volver a organizar programas con espacios para la charla, justo del tipo de la que mencionas de cafés como el Gijón, aunque quizás menos trascendentales, ya que es cierto que falta la pausa y el sosiego, no obstante si es cierto que están proliferando programas de ese formato en detrimento ( o no sé si exactamente así) de las tómbolas y big brothers. Sin ir más lejos uno de canal 5, que era casi puro chismorreo ha dado más lugar a esos debates enconados, con Maria Antonia, con las Isabeles fachas, con las curris Valenzuelas del momento o las Pilares Raholas de turno a grito pelado, que aún siendo lamentables las exposiciones de la sideas, son mucho más preferibles a lo otro. Lo cierto es que twitter se ha llenado de triunfadores a merced de esas tertulias, Ignacio , Ana y Berlín son ejemplos de ello. A mi lo que siempre me impresionó mucho de estas tertulias es la cantidad de mujeres de extrema derecha , defendiendo lo peor de la sociedad contra ellas mismas, y lo contradictorio es que son periodistas e imagino que quizás menos sumisas que los discursos de su conciente, no lo sé , pero prefiero creerlo así. Para mi ver a mujeres preparadas defendiendo lo más reaccionario de la l’eglise y de la sociedad en general, es como ver a afroamericanos con la capucha del KKK, siempre me interesó saber tu punto de vista sobre eso, fíjate que hay programas que se juntan de La Hoz, Morodó, y San sebastian, por no hablar d e las cadenas directamente con tintes fascistas.

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