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Esto es carisma

Rihanna

La hache intercalada es su talismán, capaz de expandir su nombre, alterar su fonética y fijar su marca personal hasta hacerla imborrable. Es la letra muda que viste a las diosas del escenario, desde Aretha a Shakira, aunque en su caso se convierta en fonema gutural, desprendiendo obstinación y encanto. La vida Robyn Rihanna Fenty es una rapsodia caribeña, una historia impregnada del sabor de las antiguas colonias, de miseria y descubrimiento. También de perdón y de reto. Hija de una mujer guayanesa de raíces africanas y de un barbadense con sangre irlandesa que las maltrataba a causa de un saldo oscuro con las drogas y el alcohol, Rihanna creció entre danzas que liberaban a los espíritus y a los orishas, un sincretismo exótico poblado de sones de calipso, spouge y hasta ring-bang, escuchando reggae y soul y adorando a Whitney Houston y a Mariah Carey.

“¿Cómo voy a permitir que mi hija se vaya de casa a vivir con gente que apenas conoce de nada?” se preguntó su madre, temblando de extrañeza, cuando un productor norteamericano, Evan Rogers, la escuchó cantar durante unas vacaciones en Barbados y decidió ascenderla al Olimpo de la música pop. Ella tenía 16 años. Bailaba con las tripas, igual que su gente; las piernas abiertas, el culo respingón, la liberación de la sangre. Aprendió rápido, con su bronceado permanente, sus facciones extremas y a la vez armoniosas y un cuerpo torneado. La cruzada fue cardiaca, y a día de hoy ha conseguido lo que le estaba vetado a su raza: ocupar el número uno del showbiza pesar de no ser blanca ni norteamericana, hablar en Harvard de empoderamiento femenino, ser un icono para las mujeres de pechos grandes y cuerpos mutantes, que tienen estrías y no esconden la tripa a pesar de todo el oro que podría cubrirlas… “Hasta que Rihanna lo lleva” se denomina un hashtagque ilustra cómo todo lo hortera deja de serlo cuando ella se lo pone.

Hace unos años, convirtió su sonado caso de malos tratos –por parte de su ex, Chris Brown– en una masterclass: “yo soy fuerte, yo no lo provoqué, podría sucederle a cualquiera, yo lo sufrí, estaba enamorada de él, las heridas físicas desaparecen pero luego queda la responsabilidad. Es jodido el amor, el amor es ciego, pero hay que salir de la situación y mirarla en tercera persona”.

Ahora se hace actriz con “Ocean 8”, presume de desayunos equilibrados y antiguos con lácteos y huevos, y ya no quiere ser una mujer rebelde sino una mujer en paz. Confiesa que le resulta fácil perdonar, y posa como le da la gana, desprendiendo un aura de mezzo-sopranocaribeña.

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Gerard-Pique-2

Quienes lo conocen bien aseguran que es un hombre capaz de conectar ideas y personas con pericia, inspirado, ambicioso y hedonista; un noventa y cuatro de estatura unido a una mujer de metro cincuenta y siete, diez años mayor, aún más famosa que él. Carisma muerde carisma. Se enamoraron el mismo día que rodaban el videoclip de aquel “Waka Waka” que fuera el himno de mundial “español”. Gerard Piqué combina mirada de glaciar con sonrisa traviesa, y emite una onda de deportividad, límpida, que se expande en el aire que respira como si nada malo pudiera ocurrir a su alrededor. Puyol confesó que le enseñó a disfrutar de la vida cuando la rodilla lo mandó al sofá y se derrumbó.

Tuvo una primera racha de fama deslumbrante, coqueteó a lo Beckham con poses muy británicas pero decidió regresar a la rudeza hipsterizada: hizo familia mestiza, se internacionalizó. Hoy es un jugador admirado por todas las selecciones del Mundial.

El morbo de verle pasar de azulgrana a vestir La Roja con igual naturalidad y eficacia en tiempos de prisiones preventivas le ha supuesto ser cuestionado por buena parte de los futboleros de una u otra cuerda. Acaba de cumplir 100 partidos con la selección, y atraviesa un momento muy Newsroom con la directiva culé. Esta vez no ha tenido la culpa un tuit, sino un vídeo. Piqué, empresario, también es productor audiovisual; conoce la adrenalina del montaje y la búsqueda de perlas negras. “Solo puse unas cámaras” dijo, como si fuera un protagonista de The Interview, acerca del documental de Griezmann en el que deshojaba la margarita de su futuro.

Lloró la incomprensión y el vinagre, apenas recuperado de lesiones. “Jugar en la selección es un orgullo”, ha dicho una y otra vez. También que el momento más feliz de su vida fue ganar la Copa del Mundo con España. Referéndum sí, gracias. Piqué es un superdotado –con un coeficiente intelectual de 170–, heredero de la tradición emprendedora de su abuelo, Amador Bernabéu. Lo ha dejado claro: “el fútbol es solo un hobby”. Hoy factura beneficios de media docena de compañías: de videojuegos, gafas de moda, bebidas energéticas, hamburguesas ecológicas y hasta un diario deportivo internacional online, The Players Tribune. Su divisa parece ser “the winner takes it all” –de plena actualidad ahora que ABBA vuelve a juntarse–, y él va a por todo a ritmo de “La Bicicleta”, aunque los hombres pino sean torpones al redondear la cintura.

Publicado en La Vanguardia

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