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El error y la ambición

aguirre-cifuentes

Es mucho más fácil reconocer el error que encontrar la verdad -Goethe de nuevo-, pero algunas veces ambos resultan imposibles de distinguir”, lo escribe Annalena McAfee en su novela ¡La exclusiva!. En cambio, qué fácil es cometer un error y cuán difícil quitar la mancha sin que deje cerco. Ana Botella nunca lo tuvo fácil, por mucho que se crea lo contrario. Recibir tantos aplausos de Gallardón como deudas fue una perniciosa herencia. Y sus errores han abultado más por ser la mujer de Aznar. Aquel spa de Portugal, con sus vapores y chorros de agua, incendió el imaginario colectivo. Luego vino el basurero colectivo en que se convirtió la capital durante un mes. Y una ciudad sucia es siempre una ciudad fallida: el olor a orines rebaja miserablemente su autoestima.Los desafíos del Madrid no-olímpico deben dar lugar a una ciudad más moderna que castiza, que aún es difícil de entender sin sus Florentinos o sus Sabinas por mucho que se multipliquen los Podemos. Pero el restyling por el que clama la ciudad aún no tiene claros candidatos. Una automovilista díscola y una motorista accidentada han emergido como los primeros nombres tras el anuncio de Botella. Ambas pertenecen a línea dura ideológica, un liberal “ordeno y mando”, sin pelos en la lengua, supervivientes en el sentido estricto de la palabra: Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes.

Aguirre, animal político, teatrera y rauda, la abuela que tiene tiempo para cuidar de sus nietos, concedió siete entrevistas la semana pasada, como si ya estuviera en campaña. “Estoy en manos de la providencia. Yo no hago planes”, declaró repetidamente en una bizarra exposición. El efecto bumerán de su error al volante ha acrecentado su imagen chulesca con inmediato efecto barbacoa. A la espera de conocer el fallo de la justicia, que estimará su desafío a los agentes y la repetida cantinela de que se ensañaron con ella porque era famosa, su foco se aleja oceánicamente del nuevo estilo de liderazgo.

Por su parte, Cristina Cifuentes -delegada del Gobierno en Madrid- representa el perfil más ascendente del PP, pero no logra sacudirse el papel no-tan-secundario en el “tamayazo”. De la mano de Ricardo Romero de Tejada (exsecretario general del PP de Madrid) y Dionisio Ramos (exgerente de la Complutense), Cifuentes -funcionaria técnica de la misma universidad-, formó parte del complot para conseguir los votos tránsfugas, según narran algunas investigaciones periodísticas. Y, para mayor despropósito, fue portavoz adjunta de la Comisión de Investigación del asunto. Y no encontró nada sucio en semejante fango.

La “derecha moderna” es un vocativo arraigado en España, donde en cambio nunca se dice la izquierda moderna, como si ese título se lo hubiera apropiado el activismo del 15-M. Mientras tanto, el fantasma de Tierno Galván pasea por el Retiro, impaciente.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

2 comentarios

  1. superj a 10.710 km superj a 10.710 km

    chapó, joana
    -bueno, bueno, chapeau, pero, para estos efectos…-
    para encontrar la verdad y evitar el error aquí : a relaxing cup of café con leche in plaza maior con la automovilísta díscola y la motista -¿por qué motorista?- accidentada
    biiiiiigabrazo
    superj

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