El rey Felipe VI llegó a las cortes españolas sin corte. Uno de los mayores aciertos de su padre fue el de no regar socialmente sus jardines con aduladores y bufones, a riesgo de sentir las amargas soledades de las que hablan las crónicas del off Madrid. Don Juan Carlos, preciso en sus últimos mensajes, con muleta y medicamentos, autobautizado “viejo rockero”, dejó ayer definitivamente los focos a su hijo. “Todo para ti”, decidió, primero cediéndole la silla y después colocándose en el extremo de la foto. Felipe VI entró ya Rey, sin corte pero con familia. Con dos niñas rubias. Fotogénico, algo aniñado a pesar de su perfil griego, casado con “una reina de clase media”, que ayer proclamaba la prensa internacional. Lo acompañaba su círculo más estrecho: Jaime Alfonsín, su hombre de confianza; el general Tomé, que lo acompañaba en el Rolls, y el aristócrata teniente coronel Zuleta. Concentrado, consciente de la publicidad global que significaba para la monarquía el acto, apretaba la mandíbula con disimulo, una mezcla de orgullo y tensión, mientras su mujer, la reina Letizia, se mostraba más relajada que nunca. Con su dicha enviaba un mensaje: ante todo es madre, pero también la esposa que reinará a su lado. Tres besos rematados por una caricia son una clara declaración de cariño protector. Un “te ayudaré”, porque no tiene reparos en evidenciar que ella no se limitará a acompañar al Rey -tal y como describía su papel doña Sofía-, sino a ejercer como su colaboradora más fiel.
Todo el país estaba pendiente de la elección de su traje, y ganó la fidelidad. Su modisto de cabecera, un descubrimiento de Letizia: Felipe Varela le diseñó un traje hasta la rodilla, color crudo, con abrigo bordado en degradé e incrustación de cristales de rubí, amatista, ámbar y rosa perlas crema; un recurso para sustituir los diamantes. Media trenza en lugar de tiara y zapatos salón nude de Magrit con tacón de ocho centímetros. The New York Times alabó el gusto de Letizia: “Perfection”. Y auguran que ojalá pueda impulsar a los diseñadores locales igual que hacen Michelle Obama o Kate Middleton -con quien los medios norteamericanos la comparan en multitud de ocasiones-. La princesa de Asturias y la infanta Sofía vistieron en tonos pastel como su madre, y enrarecían los colores papagayo de muchas asistentes, desde el morado y fucsia de Celia Villalobos hasta el rojo Carmen de Ana Botella.
La nueva Reina instruía a sus hijas. Con los ojos más abiertos que nunca mediante un código de gestos: juntar las manos significa “junta las piernas”. O no hables. Pero a la vez las acariciaba y las alentaba. No escatimó mimos. Se impone un nuevo estilo: solemnizar lo cotidiano y modernizar la tradición. Una corona con Twitter y cine en V.O., compatible con llevar a las niñas al colegio y reactivar un país desalentado y escéptico. Sin yugos ni flechas, y sin crucifijos, Felipe VI quiso imprimir un tono austero y relajado, previsible.
“El discurso es suyo, y es muy como es él”, comentó la Reina Letizia en su círculo más íntimo. Entre los invitados, pocos nombres sorprendentes, ni talentos de Palo Alto o 22@, ni escritores de la generación nocilla. Un mailing demasiado clásico, que incluía desde el Ibex 35 en pleno hasta Isabel Preysler o David Bisbal. Y un pastiche multitudinario y sudoroso en el que se mezclaban antiguos profesores, el director del CNI, los príncipes de Bulgaria, sus amistades más finas: los Fuster, los primos y una colección de periodistas vips. Había pocos cuartos de baño.
Cuentan que en una ocasión la reina Sofía pidió que despidieran a un ayudante militar porque a su hijo le dijo “hola, guapo”. Esos fueron otros tiempos. Urgía empezar a escribir un nuevo capítulo de la monarquía antes de desplomarse. Quitarle rigidez y hacerla ejemplar y transparente. Felipe VI llega como una solución reformista en tiempo de miniempleos, emprendedores, reinventados y parados. Puro maquillaje según republicanos y escépticos. Ha cambiado el azul del escudo real -pureza y poder- por el carmesí -valor y liderazgo-. Mañana empieza un nuevo reinado en un país bien diferente al de los cuentos.
Digno de ponderación su post.Un hecho verdaderamente histórico – seguido por cientos de millones en todo el Planeta – que causa una gran satisfacción por el hecho de que FELIPE VI asume por la abdicación de su padre, el Rey. No todo es maquillaje y reflectores. Este nuevo Rey con su Reina consorte y sus dos hijas inician su andadura en la escena mundial. Que sea positivo tanto para esta familia como para el Pueblo.