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No te ajunto

GOTTLIEB-Adolph---Crimson-spinning

Hace días que pienso en Groucho y aquella canción que entonaba en una de las mejores películas de los Hermanos Marx, Plumas de caballo: “Puede que tu propuesta sea buena, pero vamos a dejar una cosa clara: sea lo que sea, ¡estoy en contra! E incluso si la cambias o condensas, ¡estoy en contra!”. Aunque ignoren su estribillo, es lo que parecen repetir nuestros líderes políticos, que vuelven a convertirse en una de las máximas preocupaciones de los españoles, según el CIS, dada su incapacidad para entenderse y formar coaliciones. Para asumir que se necesitan los unos a los otros, igual que ocurre en una familia o una comunidad de vecinos, escozor mediante.

Los políticos plañen y claman ante los micrófonos si no son acogidos con los brazos abiertos o son alimentados con cuchara. La retórica victimista, tan instalada en el discurso actual, es una añosa técnica demagógica que consiste en descalificar al adversario mostrándolo como atacante con el verdadero fin de rehuir el debate. Altamente manipuladora, se cocina con tres ingredientes principales: deformación de la realidad, rédito en la queja e incapacidad autocrítica. “El PSOE pone a Cs en la diana y los radicales nos lanzan botellas” tuiteó Inés Arrimadas tras el presunto escrache en el Orgullo Gay, que unos consideran poco menos que una batalla campal, y otros, una protesta legítima con algún incidente controlado. La cúpula de Vox lleva semanas lamentando unas líneas rojas que ellos mismos se encargan de repintar a golpe de exigencia. En el seno de Podemos consideran que Pedro Sánchez está jugando con ellos con la mirada puesta en unas nuevas elecciones, aunque haya empezado a celesti­near con una carta de ministros apolíticos.

También hay quienes, desde la derecha, ven en la dureza negociadora del presidente en funciones y su equipo una artimaña victimista a fin de recurrir in extremis a radicales e independentistas, alegando que lo intentó todo con PP y Ciudadanos. ¿Y qué decir de los populares, un partido que lleva años coleccionando agravios de toda condición y procedencia, incluso desde dentro de sus propias filas?

El sectarismo agrio ha bloqueado el diálogo y, lo que es peor, ha fracturado el principio del respeto. Todos son anti o van contra algo, en lugar de esforzarse en atemperar las estrategias de choque y devolver el anticomunismo y la homofobia a las lejanas décadas que les corresponden. Y resulta irresponsable apostar por el perverso “cuanto peor, mejor” en lugar de atreverse a buscar decididamente lo bueno para cuantos más mejor.

El sectarismo agrio ha bloqueado el diálogo y, lo que es peor, ha fracturado el principio del respeto

Víctimas de su propio marketing, de una doble moral, de un feminismo oportunista que confunde la igualdad con los vientres de alquiler… Lloricas de “a ti no te ajunto”; claro que afanarse en cambiar las cosas es arriesgado. Soy de las que prefieren utilizar el término supervivientes –en lugar de víctimas– al hablar de cualquier tipo de violencia. ­Porque quienes alargan la compasión acaban enterrados en su propia mega­lomanía.

Imagen: Adolph Gottlieb, ‘Crimson spinning’

Publicado en La Vanguardia

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