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Revolucionados

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Como una botella que se agita, y al dejarla en el suelo lo pesado se separa de lo ligero”, así describe Stefan Zweig a María Antonieta cuando toma conciencia de que va a tener que defenderse de la más grandiosa rebelión de la historia: brutalmente devuelta a sí misma, lejos de su corte transgresora, empieza a encontrarse sacando “reservas sin emplear de inteligencia, de energía”. Y en contra de su leyenda, pronuncia una frase estremecida: “Sólo en la desgracia se sabe quién se es”. Pero la figura de la víctima más célebre de la guillotina, la que pasó de una rebeldía veleidosa, mimada y a la vez retada por el destino, acabó convirtiendo su escritorio en una cancillería y su alma en un helado rictus de dignidad: su último deseo fue el de morir bien en la plaza.

Curioso paradigma que la figura de María Antonieta continúe vendiendo hoy zapatos, refrescos, chocolates y perfumes: desde Kim Kardashian, transmutada en la última reina de Francia para anunciar una bebida energética, hasta la modelo Giselle, ataviada con miriñaques para publicitar una cadena de televisión en Brasil. Algunas de las estrellas de mayor éxito de la música, como Madonna, Beyoncé, Katy Perry o Nicki Minaj, han tomado a María Antonieta como inspiración. Y cómo olvidar la visión de Sofia Coppola, entre iconoclasta y kitsch, de Madame Déficit –encarnada por la dulce Kirsten Dunst–. Por si no fuera poco, en este aflore de jacobinos, patricios y plebeyos, los videojuegos ambientados en la Francia revolucionaria han arrasado en todo el mundo.

Pero ¿por qué la Revolución Francesa se ha convertido en una tendencia publicitaria que, por un lado, transmite la fuerza aguillotinadora del pueblo y evoca con nostalgia, por otro, la opulencia del antiguo régimen? Los economistas alertan constantemente sobre la brecha de desigualdad social, que está en niveles no vistos desde 1789, en vísperas de la Revolución. Hace un par de años Forbes se preguntaba en un artículo: “¿Podría la creciente desigualdad en Estados Unidos conducir a una revuelta?”. Pero dicha brecha, ensanchada por la crisis, no es ni mucho menos un fenómeno norteamericano: España es el segundo país en desigualdad económica de Europa, por detrás de Letonia. El 1% de la población española concentra más riqueza que el 30% más pobre, según datos revelados el lunes por Intermón Oxfam. Las estimaciones más recientes a escala global no son muy distintas: 62 personas tienen en sus manos la mitad de la riqueza mundial. Y luego están el titular aún reciente “¿Hacienda somos todos?” y la llegada de los sans-culottes con rastas y bicicletas al Congreso. Todo apunta a que, entre Kardashians e Iglesias, vamos a estar revolucionados un buen tiempo.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Un comentario

  1. superj a 10.710 km superj a 10.710 km

    mmm…
    ¿la + grandiosa rebelión de la historia? -y aquí debí escribir Historia-
    la + determinante para la formación del actual mundo occidental&cristiano, sí
    aunque te suene a herejía, lo q dijo stefan z lo encuentro light, sin feet ni head
    me gustó la visión/versión de sofía c, me gusta kirsten d.
    todas las demás figuritas de farandulitis q mencionas, irrelevantes para mí; con la excepción de madonna, claro
    las desigualdades actuales
    siglo de información = una infinita maraña de datros inasimilables
    (además q los diálogos se han transformado en una superposición de monólogos)
    pero este ultimísimo dato de 62 = 3.600.000.000
    los 62 + ricos tienen tantos eurosdólareslibrasyenes como tres-mil-seiscientos-millones de seres humanos, plís turn off the light & let’s go
    yporquétienesquemetertantostemasen1soloblog
    kísssss

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