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‘This is Spain’

Ay, la España del clavel, que estos candidatos inflamados por la retórica de la nueva y la vieja política quieren cambiar o al menos desmaquillar! En eso ha consistido la campaña: lo de siempre o lo diferente. Conservar o arriesgar. Escribo el viernes, desconozco el resultado electoral, pero acabo de leer el último eslogan del Partido popular: “El 20-D no te la juegues. La lotería es el 22”. Ya decía Oscar Wilde que poca ropa y mucho maquillaje “siempre es una señal de desesperación en una mujer”. Con lo que aquí se disfruta que toque la lotería.

This is Spain se titula el libro editado por NoPhoto, que, entre la guía de viajes y el diario, recorre siete rutas españolas narradas por un viajero imaginario. En la portada aparece una homínida del Museo de la Evolución Humana de Burgos, fotografiada por Juan Millás. La figura peluda con la palabra Spain hace que todo reverbere, como si no nos hubiéramos acabado de curar del complejo de caverna. De otra manera no leeríamos dos noticias tan asombrosas: “Albert Rivera se queja de que no le han dejado ir a casa de Bertín Osborne” y “A la hija de Bertín Osborne la pilla por sorpresa que diga que votará al Partido Popular, porque lo había criticado mucho”. Desde que le preguntó por la viagra a Arturo Fernández, y Mariló Montero le confesó que estaba preparada para ser directiva de Televisión Española, el chalet de madera lavada y cojines amarillo pollito de Bertín se ha erigido en un exitoso bulevar de chistes cojonudos, fútbol, familia, aperitivos, ligues y amor. Bertín se ha convertido en la Oprah castiza, y el hecho de desdecirse de votar a Ciudadanos y cambiarlo por el PP no es baladí.

¿Es la de los bertines campechanos, con un guiño folklórico y otro machote, la España que se impone como mainstream? Hay que buscar la solución en el lucernario de Julio Camba, Maneras de ser español, cuando se refiere a esa cosa bicéfala de la españolidad: “Una mezcla bárbara de buenas y malas cualidades”. Y a continuación exclama: “¡Que no vayamos a perderlas en el ajetreo de una europeización atropellada!”. No hay temor. Ahí está, para garantizar españolidad y casta, él, un superviviente televisivo de 60 años que sienta a los famosos en su tresillo. Con su apellido ilustre, sus chalecos de plumas verde montería, sus siete tíos carnales fusilados en Paracuellos y su recién confesa rajoyedad, Bertín se deja querer y se hace influyente. Incluso Rivera e Iglesias fantasearon con sentarse en el porche de su jardín para ver pasar la tarde y conversar sobre la nobleza de los caballos. El mito de las dos pieles de toro resurge en letra de ranchera; ya lo advertía el poeta: “Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”. Más de cuatro millones de espectadores no se perdieron ni un chascarrillo ni una confesión calculada en su masaje a Rajoy –a quien aseguró que votaría– en la televisión pública. Todo tan plácidamente bárbaro. This is Spain.

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