Digamos que según la lógica de Miriano, en plena era hipermoderna, casarse es el pasaporte a la dicha, la docilidad debe ser una constante unidireccional entre mujeres y hombres, y estos deben morir por sus esposas llegado el caso. Cristianismo, burguesía, pop y amor cortés en una mezcla genuina. Pero tal vez lo más inquietante sea su idea de la sumisión. Lejos de vincularla con la falta de respeto – “los buenos no son violentos”-, sostiene que querer cambiar a las personas “siempre es la tentación de las mujeres (…) lo que están haciendo las españolas conmigo”. Qué audaz contrapunto: la abnegación gozosa frente a la rebeldía infeliz de quienes se escandalizan por una apología del sometimiento. Hace un par de días escribía en este periódico acerca de las relaciones masoquistas. De ese silencio tan femenino, de la madurez estoica que tanto nos turbaba de las madres o abuelas resignadas. No creo que haya que retirar el libro de Miriano, en absoluto. Es más, deberíamos leerlo atentamente porque en él se perpetúa la idea del amor que tanto hemos combatido. Morir por amor no sólo es folletín. Es también veneno.
Morir por amor
Qué interesante entrevista a la autora del polémico Cásate y sé sumisa en el Huffington Post. Es una excelente muestra del sudor del periodista a la búsqueda, no del titular, sino del hecho consumado. De cómo se abre paso, con gran manejo de la mano izquierda y el tempo, ávido por encontrar alguna fisura en la coraza de Constanza Miriano, la periodista de la RAI que ha encendido el escándalo con su libro, un superventas en Italia, que al principio fue colocado en algunas librerías en la sección de humor. “No me podrían haber hecho mejor cumplido -dice -. ¡Reír hablando de san Pablo!”. En España ha sido editado por empeño del arzobispado de Granada, y aboga por “la obediencia leal y generosa, la sumisión” de las mujeres. PSOE e IU han pedido ya explicaciones en el Congreso, interrogándose acerca de la posición del Gobierno frente a tal “apología del machismo”. Pero la periodista transalpina -rubia, atractiva, joven-, que según confiesa al periódico digital recomienda a sus amigas el matrimonio como portal a la felicidad, está perpleja. Algunas frases clave de la citada entrevista: “No me explico todo este revuelo porque en Italia no ocurrió nada de eso” , “gritar los propios derechos no sirve de nada”, o cómo se tradujeron las teorías de género y la antropología cristiana a “un lenguaje pop”. Pero el mayor hallazgo reside en esta pregunta: “Entonces, ¿usted cree que el hombre debe dominar a la mujer?”, y en esta respuesta: “No, creo que debe morir por ella”.
Publicado en Artículos
No es necesario añadir más consideraciones sobre el libro de la periodista italiana que las que usted ya hace muy acertadamente. Pero, tal vez, sí vale la pena destacar el mal o buen uso del lenguaje. Malo o bueno también en el sentido de pertinente, oportuno y, básicamente, eficaz.
El titular de la entrevista nos remite, por petición de la autora del libro, a la Biblia en la que la palabra “sumiso” y sus significados son habituales en ella, en la Biblia. Significados de otro mundo que ya no es indudablemente el nuestro, pero que, seguramente, para la autora sí es el suyo.
Cuando se habla o se escribe ha de saberse para quién hablamos y escribimos. Su mismo artículo, Sra. Bonet, no lo entendería un jefe de tribu afgano, pero usted no escribe para ellos, la Sra. Miriano seguro que tampoco, ¿para quién escribe, entonces?
En las respuestas de la entrevista se hace una referencia constante al lenguaje cristiano y una de sus frases ingeniosas es: “tener un prejuicio positivo hacia el otro”, ¿no es eso el amor?, ¿un prejuicio?, ¿incluido el amor que se establece entre padres e hijos, entre amigos?
Constanza Miriano explica qué significa para ella la palabra “sumiso” y dice que es “renunciar al deseo de querer cambiar a la gente”. Renunciar a querer cambiar a los que quieres es, creo yo, uno de los fundamentos de las buenas relaciones entre personas, pero es indudable que en la actualidad no se puede expresar ese deseo con la palabra sumisión ni apelando a San Pablo.
Otra cara de una moneda parecida es el lenguaje de lo políticamente correcto que inventa la izquierda y que nace de una suposición en muy buena parte falsa, me parece a mí, que las palabras cambian la realidad.
Puede que no la cambien como muchos pretenden, pero es indudable que, en ocasiones, empobrecen su comprensión como es el caso del presente libro con su propia lógica de la felicidad. ¿Cuál es, en su lugar, la lógica de la felicidad que la hipermodernidad nos ofrece a las personas?, ¿la emancipación?
En cualquier caso, tiene usted toda la razón, morir por amor es puro veneno, igual que lo son los prejuicios y los juicios de valor, empezando por los míos que no he leído el libro, solamente artículos como el suyo y la entrevista que enlaza.
Saludos y perdón por la intromisión.