No sé si a la televisiva Cristina Pedroche también le llegó ese meme, pero calcadito era el vestido que lució para dar las campanadas de fin de año. Pedroche superó su objetivo: subir la audiencia de la cadena, ser trending topic, figurar cuatro días entre lo más visto de los digitales y corroborar que posee un portentoso sentido del espectáculo. Hay que tener una gran seguridad en una misma para erigirse en símbolo de la “transparencia” al enseñar las bragas ante España entera esbozando un mohín de despreocupación. “Tanto feminismo para eso”, se regodeaban los unos; “que se ponga lo que le venga en gana”, decían otros que constataban cuán habitual es ver a mujeres desvestidas en la tele, desde los rudimentarios tiempos de las mamachichos hasta las políglotas que, con escote y micro, lo mismo retransmiten un final de partido que un fin de año.
Ese mismo día, la exchica Disney Selena Gómez visitaba los Emiratos y quiso fotografiarse dentro de la Gran Mezquita de Abu Dabi, aunque marcando territorio: posó avanzando un pie, de puntillas, y dejando asomar bajo la abaya un tobillo que causó tanto escándalo como las bragas negras de Pedroche. La acusaron de irrespetuosa, aunque ella tan sólo quisiera hacerse una simpática Instagram. La frontera entre maldad e ignorancia es difusa,como sostiene Joyce Carol Oates. También entre frivolidad y ramplonería.
Pero bien saben estas chicas jóvenes y curvadas que todo aquello que tenga relación con exhibirse continua siendo noticia. Angelina Jolie, que ahora va de activista internacional y directora de cine, ha decidido vestirse como una estricta gobernanta. Adiós a los vertiginosos escotes y las minifaldas, desprestigiados por varios estudios según los cuales la ropa sexy incide negativamente en la valoración profesional de la mujer. O es una buscona o una curranta; una frívola o una Rottenmeier. Tópicos etiquetados. Aunque probado queda el poder de la indumentaria, pues habrán observado de qué modo tan particular visten las famosas cuando van a los juzgados.
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