Saltar al contenido →

Platón, a escobazos

Escuela-de-Atenas-obra-de-Rafael-1509-1510NomFichero-La_scuola_di_Atene.jpg-conversación-de-platón-c-izq-y-aristóteles-c-dcha-filósofos-renacimiento-italiano-pintura-fresco-o

Se cae la filosofía del bachillerato tras un pulso político en el que algunos partidos pedían rebajar el peso del latín en favor de las matemáticas. Al final, por algún lado había que ceder, y la fea del baile ha resultado ser la historia de la filosofía. Nada más y nada menos. Platón, Kant, Hegel, Schopenhauer, Nietzsche y sus amigos. El resumen sucinto, un par de clases a la semana, sobre siglos de dudas, indagaciones y hallazgos acerca de lo que nos rodea y lo que nos conforma; el legado de la sabiduría desde las largas barbas presocráticas hasta la lucidez de un Jürgen Habermas o una Martha Nussbaum, o de nuestros Savater y Gomà. Recordemos las palabras de Adorno: “Porque no sirve para nada, no está aún caduca la filosofía”. Es una ingenuidad que la política, y la Lomce -pero también la mentalidad mainstream-, pueda ser capaz de entender este enunciado. Y es un serio síntoma de retroceso intelectual que esto ocurra cuando medir la importancia de las cosas y las personas por su utilidad nos ha enfangado hasta el cuello. Aun así, entre la impaciencia y la precariedad no hay formato largo que perviva en estos tiempos numéricos. Las ideas tan sólo cotizan por su rentabilidad. Los verbos tumbados: discurrir, contemplar, poetizar, son patrimonio de ociosos, viejos o iluminados; mientras que los bien plantados: actuar, emprender, multiplicar… enarbolan la idea del triunfo.

El pensamiento, pues, se deprecia en el currículum académico. Era un bello accesorio, casi una excentricidad. Justo cuando en muchos consejos de administración a los euros se les llama boniatos. De nada han servido las firmas de 10.000 filósofos, ni la oposición de algunos diputados en defensa de una de las asignaturas que, bien enseñada, es capaz de agitar la mente del joven bachiller justo cuando abre paso al mundo adulto con una maleta provista de interrogantes. El enfrentamiento entre matemáticas, latín y filosofía parece perverso. Porque para adaptarse a sobrevivir, para detectar las reacciones que surgen de una acción y poder modularlas, hay que conjugar el verbo pensar, que ha sido echado. Ortega y Gasset escribía en El Espectador que Velázquez arrojaba a los dioses “como a escobazos”. Y argumentaba que la negación de los dioses equivale a decir que las cosas, aparte de materia, carecen de aroma y sentido. Que no poseen un sentido superior. “Ha preparado el camino para nuestra edad, exenta de dioses; edad administrativa en que, en vez de Dioniso, hablamos del alcoholismo”. Boutades aparte, Ortega identificaba la deriva burocrática que tomaba Occidente, y que la hipermodernidad ha llevado al paroxismo. No sea que a nuestros jóvenes les acometa el vicio de razonar. Quizá falten todavía unos años para que acordemos que el desplumar al bachillerato de la filosofía es un acto tan vandálico como suprimir las matemáticas.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

2 comentarios

  1. a. a.

    los filosofos han muerto(tb. Marx) viva la filosofía, claro que la filosofía como idea ya lo inventó Platón y es que la cosa engorda invocando a los muertos.

  2. Diana CO Diana CO

    Es interesante y a la vez lamentable ver como aquellos grandes pensadores han ido perdiendo reconocimiento en la actualidad, sus aportaciones, desde mi punto de vista, no deben morir con ellos, al contrario deben ser base para nuevos conocimientos, lamentablemente día a día vemos como hemos perdido la objetividad al momento de establecer nuestras prioridades, preferimos lo actual, lo nuevo, lo superficial puede que por que sea menos complicado y a lo mejor más fácil de desechar pero son aquellas cuestiones del ser, la esencia, la verdad a los que pocos se atreven a llegar, todos somos en cierto sentido filósofos, sí, pero en realidad la gran mayoría dejamos eso de lado y son algunos los que voltean al cielo los que buscan ver a los ojos lo esencial, lo que nos rodea y si queremos dejar de darle importancia a esos aspectos no sería mejor preguntarnos ¿al morir la filosofía no muere también una parte del hombre, su parte de curiosidad, de maravillarse, de cuestionar? Si dejamos que la filosofía muera no nos sorprenda que pronto los grandes problemas de la humanidad a los cuales se les debe encontrar una solución, se encuentren sin un fundamento que vaya más allá de meras explicaciones momentáneas que no buscan algo más allá.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *