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Encanto y rebeldía

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Confiaba en el futuro, incluso cuando ya estaba muy enferma. Siempre terminaba sus correos asegurándome que algún día encontraríamos el tiempo para tomar un té y unas pastitas, o un granizado de limón. Nunca pensé que aquel iba a ser su último mail, datado el 2 de marzo de 2015: “Qué gusto leerte, ya ves que cada vez más gente quiere saber cosas de moda. Todo lo que me llegue te lo pasaré ya que yo estoy muy inactiva y sólo me dedico a ayudar a estudiantes y leer lo que me apetece. (Bueno, preparo otro libro de moda con calma chicha). Estoy fastidiada de salud así que estoy por casa descansando todo lo que puedo. Ganas de verte, todas. Pero no te preocupes lo más mínimo y atiende bien tus trabajos, algún día hablaremos. Te convoco ya a la presentación de mi primera novela el 25 de marzo en la Bernat (19 horas), Clave K, un thriller político (e irónico). Seguro que lo pasas bien. Es un texto escrito en los noventa y que, por motivos políticos, fue ninguneado por las editoriales. Ya te explicaré si te interesa. El asunto me divierte bastante”.

Margarita Rivière (Barcelona, 1944-2016) murió cuatro días después de la presentación de su desternillante novela. Fue su último logro, y a la vez una demostración de que la justicia poética existe. Nunca se abandonó, de la misma forma que nunca se dio importancia a pesar de haber roto techos con ambición, rigor y esa media distancia que siempre le ponía entre lo importante y lo trivial. Fue una de las primeras periodistas que alteró el orden de las noticias durante la transición. “Las mujeres ganaremos en el mundo del periodismo cuando consigamos cambiar el orden de prioridad de las noticias”, afirmaba en una entrevista que ahora recupera la exposición Margarita Rivière: obrint portes, organizada por el Col·legi de Periodistes de Catalunya, en la que se reivindica su figura poliédrica, la de quien supo hincarle el diente a la política, escarbar bajo la piel de la moda, comparar la fama a un santoral laico, y no perder nunca el espíritu crítico y al mismo tiempo hedonista.

Contaba una anécdota de su época de jefa de sección del Diari de Barcelona, que le costó años digerir: “Tristán de la Rosa le presentó todo el equipo al director Josep Pernau e iba diciendo: Enric Sopena, una estupenda pluma, y así uno tras otro hasta que me tocó el turno y dijo: Margarita Rivière, de buena familia”.

Mujer de risa gruesa, pelo corto, jerséis de punto y zapato plano, Margot no entendía de poses ni artificios. “Era como un mar, una persona con la que navegarías”, la definió Josep Martí i Font en el acto de homenaje del Col·legi de Periodistes. Según Xavier VidalFolch: “Tenía calidad de mando, sin miedo a la competencia”. “Su mirada era transparente”, afirmó Margarita Sáenz-Díez, primera compañera de redacciones junto con la que andaba kilómetros para alcanzar el inhóspito baño de mujeres de la redacción. Con su amigo Santiago Dexeus escribió varios libros divulgativos, entre ellos La aventura de envejecer: “Fue un desastre, nadie quería ser aventurero ni mucho menos envejecer. Ella propuso cambiarlo por Vivir la madurez con optimismo. Y se vendió la tirada completa”, contó Dexeus.
Su obra bebe de la amplia tradición europea que interpreta el aire de los tiempos desde la semiótica, la historia y la filosofía. Amaba con la misma pasión a Mozart y Rossini que a Coco Chanel.

Margarita Rivière es el mejor ejemplo de intelectual afrancesada, rigurosa, desprejuiciada y rebelde aunque nunca descreída sino comprometida con su tiempo y su género sin integrismos ni ñoñerías. Ambicionó, luchó y vivió intensamente.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Un comentario

  1. Tal vez has obviado que fue una excelente e innovadora radiofonista cuyos seguidores, sin ser legión, eran la audiencia mas fiel (entre la que me cuento) que persona alguna haya podido tener. Ese afilado humor, ese savoir faire, esa ironía, ese estar de vuelta de casi todo, la hicieron uno de los personajes imprescindibles, no solo de Barcelona- era muy Layetana – sino de las minorías culturales de toda España.
    Margot era la musa de las noches de insomnio, la compañía que cualquier persona hubiera querido tener a su lado en momentos de sequía sentimental, la encantadora de reptiles mentales que daba la vuelta a los interruptores de la quietud a través de su voz cálida de tabaco negro.
    Por todo ello, y un millón de cosas mas que sería prolijo ennumerar, vaya mi recuerdo emocionado a esa mujer que superaba la mediocridad con su sola mirada al soslayo. Salve Margot.

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