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Tópicos del cáncer

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“Ahora la rata se llamaba carcicoma. Esta vez sí, le había tocado”, escribe Susana Koska en las primeras páginas de Tópico de cáncer, el cuaderno de bitácora que la acompañó durante su lucha contra la enfermedad, recién publicado por Ediciones B. La actriz y realizadora, la chica del Cadillac, cuando menos -tras 28 años como compañera de Loquillo-, lo afrontó. A su manera. Abajo los cuentos chinos de que el dolor te hace más fuerte y te reviste de sabiduría, esa visión de la enfermedad como redención. Aunque el suyo sea un libro “liberador”, a pesar de la ira, también es una travesía por la impudicia, que comparte con el lector. El relato de Koska es poético a ratos, ácido, punk: “Hoy es el puto día mundial contra el Cáncer, lo único aceptable que escucho hasta ahora es ‘cuando a un paciente de cáncer le dices qué buena cara tienes, nosotras pensamos: es que el cáncer no lo tengo en la cara'”.

Tras el diagnóstico, hay que asumir el protocolo del pánico. Amortiguar el pálpito abismal, domesticarlo. La sabiduría popular, siempre tan bienintencionada y a la vez errática, provee de todo tipo de sandeces que traslucen desentendimiento: “Hoy esto se cura, la medicina ha avanzado mucho…”. Tan ajenos a la experiencia íntima, a lo que es en verdad acostarse cada noche con el cáncer. La sensación de vivir atravesado por el filo de la sospecha, con controles periódicos y malestares cruzados, forma parte de la convivencia con el bicho. Un bicho que sólo en EE.UU. mueve -en medicamentos- 200.000 millones de euros, con un crecimiento anual del 10%. Y eso que hay premios Nobel que han puesto en duda la quimio y radioterapia, del mismo modo que han aflorado perniciosos gurús de terapias alternativas. Por ello resulta saludable escuchar otra voz más allá de las experiencias “ejemplares”, políticamente correctas, que a menudo silencian el vacío y la deriva, el miedo al cuadrado del enfermo. Y cronifican las palabras gastadas y los lugares comunes: desde el “te libraste porque has luchado”, como si muchos de quienes sucumben no lo hubieran hecho, hasta que el cáncer viene del estrés o de un conflicto no resuelto.

Del extrañamiento de una misma, la complejidad de la vida en pareja durante el trance de quimios y radios, hasta el lugar que ocupan el sexo o el trabajo, trata este testimonio que no intenta enmascarar el cáncer bajo el discurso del optimismo y que denuncia de la frialdad clínica -a menudo concentrada en la enfermedad en lugar del enfermo-. “Yo decidí escribir el día a día para no olvidarme, para que el recuerdo y haber salido me nublaran la mirada realista”. Dolor sin pudor, debidamente documentado.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Un comentario

  1. Victor contreras Victor contreras

    Y lo superastes?

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